miércoles, 23 de diciembre de 2020

Tregua de Navidad de 1914 - ¡Milagro!

Estamos en el frente de Flanders (Bélgica), por un lado la trinchera alemana, por el otro la trinchera británica y escocesa, cercano a ella un grupo francés. Los bandos se encuentran separados unos 50 metros en la llamada "tierra de nadie", cada trinchera está alerta para disparar con francotiradores al menor movimiento del enemigo. Es la noche del 24 de diciembre, la luna emerge en un cielo despejado por el viento e irradia una luminiscencia especial por sobre el frío de las trincheras, los ingleses advierten una luz, luego otra y otra que se va encendiendo en la trinchera alemana, son velas colocadas en las puntas de las bayonetas y en abundantes arbolitos de Navidad que el frente germano recibió para conmemorar esa fecha. Quedan expuestos los soldados alemanes al certero disparo del rival. Los ingleses miran y no disparan, están abstraídos por lo que ven. Aparecen carteles escritos desde la trinchera alemana, son de saludos navideños al “enemigo”, quien responde con otros escritos similares. De repente, desde el lado alemán, una hermosa voz de tenor rompe el silencio, entona "Stille Nacht" al que acompaña la armónica tocada por un soldado. El tenor, mientras canta, se levanta y es un blanco perfecto para abatir. Nadie le disparó, por el contrario, un gaitero escocés le responde siguiendo la inspirada melodía con su gaita, finaliza el villancico y en las trincheras de ambos bandos hay vítores y aplausos. El escocés con la gaita entona ahora un villancico popular británico, "La Primera Navidad", el alemán, soldado tenor, lo canta en inglés, mientras canta toma un árbol de navidad con velas encendidas y sale hacia la "tierra de nadie", lo hace cantando y camina a la trinchera enemiga, el gaitero a su vez sale a saludar al alemán y, en ese mágico instante, cual unitaria orden mental, oficiales de ambos bandos salen a descampada, se saludan y lo propio hace la tropa para saludarse entre ellos cual unitario grupo fraterno. Esa noche comparten la Navidad en las fogatas mostrando al rival fotos de su familia e intercambian obsequios. Al día siguiente se acuerda dar sepultura a los muertos que permanecían abandonados. Juntos alemanes, ingleses, escoceses y franceses, cavan las tumbas una al lado de otra sin importar la nacionalidad del combatiente muerto. Un sacerdote capellán escocés acompañado por un monaguillo alemán ofrece la misa de difuntos comunitaria que lo fue para todos por igual. Después del intercambio de cigarrillos, un soldado escocés aparece con un balón de fútbol, y hubo un partido. Los arcos fueron delineados con sus gorros. A los alemanes les llamó la atención ver jugar a los escoceses con sus faldas y apreciar que debajo de ellas no llevaban ropa interior. Los alemanes ganaron 3 a 2. Esta no fue una tregua oficial emanada desde arriba por un acuerdo entre los altos mandos militares, esta Tregua surgió desde abajo, lo hizo de manera espontánea por algo que muchos no logran entender. La magia suprasensorial supera el entendimiento racional que, a pesar del silencio oficial y maniobras para ocultar lo sucedido, no pueden negar lo que allí sucedió y que igual se supo.



 
El capitán C.I. Sockwell de los Royal Welsh Fusiliers dice que:
Después de una verdadera Noche de Paz disparé tres veces al aire el 26 de Diciembre a las 8:30 AM me dirigí hacia las trincheras. Un oficial alemán que intercambió regalos conmigo la noche anterior también apareció en una trinchera. Nos inclinamos en reverencia, saludamos y descendimos de regreso a nuestras trincheras. Unos minutos más tarde se escuchó al oficial alemán disparar dos veces al aire. Estábamos en guerra nuevamente.

Graham Williams, de 21 años, fusilero de la Brigada de Londres relata:
Fue como si un telón estuviera a punto de levantarse ante un milagro. Se advirtió sobre una luz en el este, encima de las trincheras alemanas, demasiado baja para ser una estrella. Nos sorprendió que nadie disparara contra ella. Vi entonces otra luz. Y luego otra. De pronto hubo luces a lo largo de las trincheras enemigas, hasta donde se alcanzaba ver. “¡Dios mío! ¡Los alemanes tienen árboles de Navidad!. Entonces, de una trinchera alemana a no más de 50 metros, el coro de voces de barítono más hermoso que había oído jamás empezó a entonar “Noche de Paz, Noche de Amor”. Al terminar el villancico, todo nuestro regimiento vitoreó a los alemanes y cantó a coro “La Primera Navidad”. Para la víspera de Año Nuevo, mientras estaba bombeando agua de la trinchera, de pronto veo a un alemán a mi lado, estaba ebrio, y llevaba una botella en cada mano. Le ordené que volviera a su trinchera. El alemán se negó. "Entonces tendré que llevarlo prisionero" le advertí. Como respuesta el alemán me ofreció un trago: "No quiero caer prisionero, sólo quiero ser tu amigo" fue su respuesta. Con ayuda de otro soldado, llevamos al enemigo ebrio de regreso a las líneas alemanas.

Para Albert Morens, un sobreviviente de la guerra:
Fue maravilloso poder caminar sin que le dispararan a uno. Si la tregua se hubiera prolongado otra semana habría sido muy difícil reiniciar la guerra. En este caso se habrían salvado casi nueve millones de hombres que morirían antes del Armisticio.

Leslie Walkington, un fusilero de 17 años, siendo ya comandante señaló una Gran Verdad:
Todo ocurrió espontáneamente, en forma muy misteriosa. Un espíritu más fuerte que el de la guerra prevaleció aquella noche.

El capellán, sacerdote escocés, hizo la misa comunitaria con la ayuda de un estudiante de teología alemán, misa fúnebre del día 25 de diciembre de 1914 luego de ser enterrados los muertos de ambos bandos cuyas tumbas se habían cavado una al lado de otra. Poco después ese sacerdote fue reprendido por el obispo dado que su religión no era compatible con el enemigo al que había que matar. El capellán le responde que esa noche él vio el verdadero significado del Mensaje de Jesucristo que era para TODOS por igual. Ignoro si siguió de sacerdote, colgó la sotana o murió como saldado en el frente de batalla, lo que sí sé es que su FE se fortaleció y mucho: Él vio la Luz...

Las cartas de ambos bandos pasaron por una rigurosa censura y se quemaron para que no se supiera la humillante noticia de esa "extraña" tregua navideña no oficial. Los batallones fueron trasladados a otros frentes más duros. El grupo alemán salió embarcado en un tren sin escalas rumbo al frente ruso, previo dejar la estación, dentro del vagón apiñados cual rebaño de animales, comenzaron a entonar el villancico que tocó el gaitero escocés y cantó el tenor alemán. Villancico que, en esa milagrosa tregua ellos habían aprendido a tararear. A pesar de las oficiales medidas de censura y control igual la noticia se filtró y tan solo pudieron entenderla los que de ese milagro de Paz, Perdón y Amor, participaron. Había que estar allí para comprender lo sucedido, quizá pueda ayudarnos a discernir el conocer algunos testimonios.

Para el escritor Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930) esa tregua fue:
Un espectáculo asombroso, un episodio humano en mitad de las atrocidades. Por eso es quizás la mejor historia de Navidad de los tiempos modernos.

El periodista alemán Michael Jürgs en su libro "La pequeña paz de la Gran Guerra" expone declaraciones de soldados alemanes que participaron en esa Tregua y nos dice:
Al principio es uno solo el que canta “Noche de paz, noche de amor”. La melodía del nacimiento de Cristo suena baja: perdida, se mece en el paisaje muerto de Flandes. Pero luego el canto comienza a encenderse como una ola sobre el campo, y “rifle contra rifle, desde la línea larga y oscura de las trincheras suena el todo duerme en derredor”. De este lado del campo, a cien metros de distancia, las posiciones de los británicos permanecen en silencio. Los soldados alemanes están de buen humor, canción a canción se alza un concierto de “miles de gargantas de hombres a derecha e izquierda”, hasta que se quedan sin aliento. Cuando se apaga el último tono, los de allá esperan un minuto y empiezan a aplaudir y a gritar “Good, old Fritz”, o “More, more”. Los alabados Fritzes contestan con “Merry Christmas” y “We not shoot, you not shoot”. “Nosotros no disparar, ustedes no disparar”. Y lo dicen en serio. Ponen velas sobre la punta de sus bayonetas, que sobresalen casi un metro por encima de las trincheras, y las encienden. Parecía la iluminación de un teatro, le escribirá un soldado inglés a sus padres. Con el escenario así iluminado, acaba de realizarse el ensayo general de la obra que se desarrollará en la frontera oeste durante los días siguientes. Acá y allá y en todas partes, desde el mar del norte hasta la frontera Suiza. El Intendente celestial produjo para Flandes las mejores condiciones metereológicas. Al caer la noche de este 24 de diciembre de 1914 –y la oscuridad ya llegaba a las cuatro y media de la tarde– el viento cambió de dirección. Un cielo estrellado “nos saludaba desde la casa del Todopoderoso” y la suave luz de la luna llena “prestaba al bello y amplio paisaje a lo Rembrandt de Flandes una impresión de agradable paz”. Gloria a Dios en las alturas, paz para los hombres en la tierra, anuncia el Evangelio para este día. Pero ante la evidente ausencia de una autoridad divina en la tierra, espontáneamente alemanes e ingleses (y, con mayor cautela, franceses y belgas) deciden no dispararse entre ellos. Nunca antes en la historia de una guerra surgió una paz así, de abajo. Esta gran historia de Navidad está formada por muchas pequeñas historias. Miles de cartas la describen detalladamente. Hay que contarlas todas. Sólo así ocurre el milagro.

El historiador inglés Malcom Brownen en su libro Christmas Truce (1984) puntualiza:
* Nunca antes en la historia de una guerra surgió una paz así, de abajo. Nunca más volvió a repetirse. En 1914 no hubo en la frontera uno o dos casos de paz, en realidad hubo un espontáneo movimiento pacifista a lo largo de cientos de kilómetros y miles participaron de él.
* Los alemanes de origen sajón, en lugar de tirar granadas de mano, tiraron tortas de chocolate. Los alemanes les tiraron regalos a los ingleses y recibieron a cambio galletas y corned beef, los otros querían principalmente queso, pan negro y bizcochos.
* Sin esperar respuesta, los soldados treparon al alba de sus trincheras. Al principio fueron cientos, pronto serían miles. Se encontraron en campos sembrados de muertos, llenos de pozos y cráteres, con enemigos a los que, dos días antes, les hubieran disparado de sólo verlos. La Tierra de nadie se convierte en la Tierra de todos.
* Aunque por orden de arriba la paz no duró mucho, el hecho de que haya tenido lugar es la mejor y más conmovedora historia de Navidad de nuestro tiempo.

Stanley Weintraub en su libro “Noche de Paz” escribe:
A pesar del constante fuego de ametralladora y bombardeos de artillería en el frente del Este, y aunque en algunos lugares las tropas de la primera línea se encontraban a apenas 50 metros de las líneas enemigas, los soldados de ambos lados recibieron cajas de regalo con comida y tabaco preparadas por sus gobiernos aquella Navidad. Los alemanes, que tenían una conexión directa por tierra con su país, pudieron enviar pequeños árboles de navidad y velas a sus tropas en el frente. Y aunque un cese al fuego por Navidad, propuesto por el Papa Benedicto XV, había sido rechazado por ambas partes como “imposible”, en la Nochebuena la ley de las “consecuencias imprevistas” comenzó a hacer su trabajo.

Letreros comenzaron a levantarse de las trincheras en diferentes formas. Usualmente estaban en inglés, o en un inglés fracturado por parte de los alemanes. Los alemanes supusieron que el otro bando no podría leer los caracteres góticos tradicionales, y que pocos ingleses comprendían el alemán hablado. “TU NO PELEAR, NOSOTROS NO PELEAR” (You no fight, we no fight) fue el mensaje más empleado por los alemanes. Algunas unidades británicas improvisaron letreros de “FELIZ NAVIDAD” y esperaron una respuesta. Más letreros aparecieron de lado y lado”.

Para Serafín Fanjul:
Escoceses, alemanes y franceses se identifican en la cruz; comparten liturgia, jaculatorias y creencias; todos se sienten conmovidos por las mismas melodías.

A pesar de la destrucción de correspondencia enviada desde el frente la cual fue quemada y la confiscación de las fotografías allí tomadas, para que no se conociera la militar deshonra de lo sucedido en plena guerra, antes de la oficial censura a la prensa, para la historia este simbólico testimonio logró quedar:
The Daily Mirror publicó el 8 de enero de 1915 esta foto
En ella soldados británicos y alemanes posan juntos fraternalmente
 para la foto de PAZ en la Navidad de 1914


El soldado Frank Richards en su diario de la guerra redactó:
Levantamos un pizarrón con 'Feliz Navidad' escrito. El enemigo también levantó uno igual. Dos de nuestros hombres arrojaron su equipo al suelo y saltaron para afuera de su parapeto con las manos sobre sus cabezas al mismo tiempo que dos de los alemanas hacían lo mismo; los dos nuestros caminaron para encontrarse con ellos. Se dieron las manos y entonces todos nosotros salimos de las trincheras y así mismo también hicieron los alemanes. La tregua terminó así como comenzó, por mutuo acuerdo.

Para el capitán Blackadder:
Ambos bandos avanzaron más lejos una visita a la trinchera enemiga durante la tregua de Navidad de lo que lo hicieron en los dos años y medio de guerra siguientes.

El sargento Mayor Frank Naden señaló:
En el día de Navidad un alemán salió de las trincheras con las manos en alto. Nuestros compañeros inmediatamente salieron de sus trincheras y los alemanes de ellas y nos encontramos en el medio y por el resto del día fraternizamos, cambiamos comida, cigarrillos y souvenirs. Los alemanes nos dieron algunas de sus salchichas y nosotros le dimos algunas de nuestras cosas. Los escoceses comenzaron a tocar sus gaitas y compartimos una rara alegría que incluyó un partido de fútbol con los alemanes. Los alemanes nos dijeron estar cansados de la guerra y deseaban que terminara. Al día siguiente recibimos la orden de que toda comunicación e intercambio amistoso con el enemigo debía cesar, pero nosotros no disparamos en todo el día y los alemanes no nos dispararon a nosotros.

El soldado W. Pentelow de la 1era Brigada de Rifles consignó a su hermana:
Tuvimos calma en Navidad y no hubo disparos. Las trincheras se llenaron de villancicos y canciones en Nochebuena. A veces los alemanes nos acompañaban y también nos vivaban. Ellos tenían unos pocos instrumentos y nos dieron algunas melodías. Ellos gritaron: Vengan Ingleses, nos encontraremos en el medio… Bueno, en Navidad salimos de nuestras trincheras, los encontramos en el medio del campo y los saludamos e intercambiamos cigarros. Tengo siete cigarros y varios cigarrillos de ellos. También les di a algunos de ellos mi dirección de la casa.

De un soldado:
Hoy hemos hecho una tregua, hemos salido de las trincheras, y hemos hablado y confraternizado con el enemigo de la trinchera de enfrente, y he visto que eran igual que nosotros, hombres horrorizados que odian esta guerra y a los que nos obligan a matarnos.

Rickmer dijo:
Tomamos una champaña en la "tierra de nadie", fumamos y conversamos. Fue un momento de hermandad en el sentimiento compartido de que debíamos parar esta guerra de una vez por todas. Los generales se enteraron después e hicieron todo lo posible para que algo así no volviera a ocurrir jamás.

Un inglés afirmó:
Estaba lleno de gente. Intercambiaron regalos de sus respectivos países. Hablamos alemán e inglés y nos entendíamos sin palabras. Nos señalábamos mutuamente dónde estaban colocadas las minas. No teníamos con nosotros ni un cuchillo.

Carl Mühlegg, a los 80 años relata:
Los soldados treparon de sus trincheras y se encontraron en la "tierra de nadie", soldados que no se hicieron nada y que no eran enemigos personales, que tenían padres, mujeres e hijos en casa y que ahora, en el milagro de Navidad, en el nacimiento de Cristo, se hacían regalos mutuamente e intercambiaban apretones de manos.

Comenta el general brigadier Edward Graf Gleichen:
Salieron de sus trincheras y caminaron alrededor con paquetes de cigarrillos, deseándose feliz Navidad. ¿Qué debían hacer nuestros hombres? ¿Disparar? No se puede disparar contra hombres desarmados.

Un soldado francés dejó escrito:
Queridos padres, no pueden creer las cosas que pasan acá en la guerra. Ni yo las hubiera creído de no haberlas visto con mi propios ojos. Anteayer se dieron la mano frente a nuestras trincheras alemanes y franceses. Increíble.

Un fusilero en carta a su madre le dice:
Si los soldados enemigos se hubieran entendido en la misma lengua y no sólo mediante cantos corales quién sabe, quizá se hubieran puesto de acuerdo rápidamente por sobre las trincheras: guerra estúpida. Vayámonos a casa. Mientras podamos ir y no que nos lleven.

El Sargento C. Lightfoot de la Compañia C, Regimiento 1ero de North Staffordshire escribió:
El día de Navidad vimos algo fuera de toda imaginación. Los alemanes dejaron sus trincheras y nosotros hicimos lo mismo. Nos encontramos a mitad de camino y deberías habernos visto estrechando sus manos, cambiando direcciones, souvenirs, etc. Nos llenaron de cigarros y tabaco. No hubo ni un disparo en todo el día de Navidad. Uno de nuestros hombres tocó una melodía y los alemanes bailaron y nos regalaron una muy buena canción.

Un oficial francés:
Hay que haber vivido esa noche para entenderla. Hay horas en las que uno puede olvidarse de que estamos acá para matar.



Un teniente mayor alemán:
Desde las fosas francesas, a unos cuarenta metros de distancia, aparece de pronto un quepi. Eh, camarade allemand, pas tirer, brout, brout, des cigarretes. Un mosquetero alemán salió enseguida de su fosa y gritó: Bonjour, Monsieur. Le tiró su pan negro y el francés sus cigarrillos.

El capitán alemán Josef Sewald consigna:
Hay que imaginarse, ¡al fin y al cabo estamos en guerra! En el primer día de Navidad había un peluquero que cortaba el pelo por un par de cigarrillos, no importa de dónde viniera el soldado, de un lado o del otro. Y más. muchos enemigos se cortaban mutuamente el pelo. A lo largo de todo ese 25 de diciembre de 1914 se repitieron escenas igual de disparatadas y encuentros absurdos en la frontera occidental de Flandes.

El capitán mayor Johannes Niemman relató:
Después de los cantos toda la guerra pareció hundirse en una suerte de paz burguesa, por todos lados se daban la mano... ¿Es que de pronto había estallado la paz? Enseguida estuve parado en el medio del tumulto. ¿Qué se podía hacer?

Cuenta Emil Curt Gumbrecht, de la quinta compañía del regimiento 104:
No suena un disparo en todo el día, y uno se pregunta si no es de esperar que pronto llegue la paz. Fue un golpe, como si la guerra hubiera acabado de repente. Los pájaros volvían de todas partes. Nunca vemos ninguno. A la tarde conté como cincuenta gorriones y les di de comer.

Percy Jones de la Brigada Westminster rememora que:
Los soldados alemanes y británicos se despidieron vacilantes con muchos apretones de manos y mutuos buenos deseos.

Testimonios al terminar la tregua:
Queridos camaradas, les tengo que informar que a partir de este momento tenemos prohibido reunirnos con ustedes allí afuera. Pero nosotros seguiremos siendo siempre sus camaradas. Si nos obligan a disparar, lo haremos siempre por arriba.

Gentlemen, nuestro coronel ha ordenado reiniciar el fuego a medianoche. Es un honor para nosotros informárselos.

En un juicio sumario un capitán del ejército británico fue condenado a muerte por su estado mayor por el delito de alta traición al "confraternizar con el enemigo" durante "la tregua de Navidad de 1914". Debió intervenir el rey Jorge de Inglaterra para que se le perdonara la vida evitando su fusilamiento...

Pasado los años alguien señaló:
Un espíritu más fuerte que la guerra surgió aquella noche. Diciembre de 1914… frío, claro y brillante. Las fronteras de los países desaparecieron cuando todos se unieron y decidieron no luchar.

Y otro así reflexionó:
Curioso hecho donde lo que nos une tuvo más fuerza que lo que pensamos nos separa, para alegría de unos, y desesperación de otros; que lamentablemente, son los que manipulan el mundo.



FUENTE:
http://mm2002.vtrbandaancha.net/_Tregua.html

Navidad de 1223: San Francisco y el primer pesebre viviente

La tradición de poner el Pesebre en el mundo se remonta al año 1223, en una Navidad de la villa italiana de Greccio.
En esta localidad, San Francisco de Asís que siempre había sentido un amor especial por la Navidad  recibió esta inspiración del Señor.
Se acercaba Nochebuena y decidió representar la humildad del pesebre tal como sucedió en Belén, ¡hasta con un burrito y un buey en una pobre gruta en medio de un bosque!. Y así lo hizo, cuando de pronto, en la noche de Navidad, la gente del pueblo se acercó con antorchas encendidas a la gruta que Francisco y sus amigos habían preparado.

Cuál no sería la maravilla de todos los presentes cuando, según dice la tradición, sucedió un milagro: el Niño Jesús quiso estar de cuerpo presente en medio de ellos. Todos los asistentes pudieron alabar al recién nacido en ese pobre pesebre, mientras los ángeles entonaban alabanzas y cantos: tal como sucedió en Belén. El milagro se había producido ante la vista de todos, y desde entonces la fama de los "Nacimientos" y su costumbre se extendió por todo el mundo.

 Desde aquel día,  se celebra Nochebuena, imitando la inspiración de San Francisco de Asís, en torno a un humilde pesebre que recibe al Hijo de Dios. El Papa Juan Pablo II, en 1.986, a petición de las asociaciones belenistas de todo el mundo, proclamó a San Francisco de Asís Patrón Universal del Belenismo.

miércoles, 1 de julio de 2020

La increíble aventura de Gato y Mancha Cardal

Cuenta la historia documentada en diarios y libros de la época que dos caballos criollos realizaron una travesía cuyo recorrido fue tan extenso que tardaron más de tres años en cubrirlo.

Gato y Mancha Cardal, nacidos en el haras “El Cardal” en Ayacucho provincia de Buenos Aires, salieron de la Sociedad Rural Argentina el 23 de Abril de 1925 guiados por el profesor Aimé Tschiffely hacia Nueva York. Este audaz caballero nacido en Suiza pero educado en Inglaterra se desempeñaba como profesor de Educación Física e Inglés en el Colegio Saint George de Quilmes.

Cuenta Don Gilberto Montagni quien se desempeñó como cabañero durante sesenta años en el establecimiento de Emilio Solanet que cierto día apareció en la estancia un inglés medio loco – por Tschiffely que quería dos animales para ir a Estados Unidos. El Doctor Solanet cedió a su insistencia y le entregó a Gato y Mancha, dos pingos un poco viejos. Pero llegaron justamente porque los caballos eran baqueanos y sabían dónde pisar y qué comer; jamás hubiera tenido éxito con caballos jóvenes.


                            Aimé Tschiffely junto a Emilio Solanet y los dos caballos criollos


Tres años después el día 21 de Septiembre de 1928 cruzaba la isla de Manhattan para llegar al City Hall donde los esperaba el alcalde de la ciudad James Walker.

Luego recorrieron la Quinta Avenida con el tráfico suspendido en su honor y llegaron al Cuartel de la Policía cerca del Central Park, donde los caballos fueron alojados. Poco después el jinete Aimé Tschiffely fue recibido en la Casa blanca de Washington DC. por el presidente Mr. Calvin Coolidge quien lo felicitó por los records batidos al unir atravesando a caballo el continente americano desde la Patagonia hasta el Potomac.

Con esta hazaña se marcó el record universal alcanzado por los caballos de altura: 5900 mts., temperatura: 18 º C bajo cero , distancia: 21500 kms. Cubiertos en 504 etapas a razón de 42,6 kms por día.


                         Mapa que muestra el trayecto recorrido por los caballos Gato y Mancha 


Los dos criollos fueron llevados repetidas veces de un clima extremo a otro, de zonas tropicales a desérticas. En su camino fueron tomando agua y pastos buenos como malos, asimilándolos admirablemente hasta demostrar sus extraordinarias condiciones de sobriedad, resistencia y rusticidad. Los dos pingos ya tenían 18 años cuando se aventuraron a este desafío y murieron a los 34.

De esta forma Emilio Solanet dueño y criador de los caballos demostró la capacidad de la raza que él había perfeccionado.

Este récord aún no ha sido superado pero la historia tiene un costado más que interesante. El jinete que recorrió 20 naciones de América volvió a reunirse con sus dos compañeros de ruta a 70 años de su aventura.


               Aquí vemos a Aimé Tschiffely cruzando un puente en el Perú con uno de los caballos


El sábado 21 de Febrero de 1998, luego de ser trasladados desde Europa, sus restos descansan junta a la tumba de sus entrañables Gato y Mancha para cumplir su última voluntad en la Estancia El Cardal. Casi 500 personas participaron del encuentro realizado por la Asociación de Criadores de Caballos Criollos y la familia Solanet.

A poco de terminado el siglo y con él el milenio, en tiempos de cibernética, esta historia parece increíble sin embargo ocurrió en nuestro país.

Así culmina esta hazaña y nos demuestra que cuando se generan vínculos afectivos ente el hombre y sus fieles amigos, los caballos, los lazos se hacen indestructibles.


Graciela Sarcone


Graciela Sarcone nació el 5 de Marzo de 1961 en la Capital Federal. Es Profesora de Letras, escritora, narradora oral y comediante de stand up. Es nieta de Rodolfo Solanet, primo hermano de Emilio.


martes, 9 de junio de 2020

Aaron Anchorena y Jorge Newbery, precursores de la aeronáutica argentina

El 25 de diciembre de 1907 Aarón Anchorena y Jorge Newbery cruzaron el Río de la Plata a bordo del globo aerostático "Pampero". Este vuelo dio origen a la aeronáutica argentina.    
Aarón de Anchorena un aventurero y miembro de una de las familias aristocráticas más importantes de Argentina, había traído de Francia un globo al que bautizó "Pampero". En compañía del deportista, ingeniero y hombre de ciencia Jorge Newbery planearon un vuelo inaugural para el globo. El lugar elegido fueron los campos de la Sociedad Sportiva Argentina ubicada en el sitio que hoy ocupa el Campo Argentino de Polo. Al sitio elegido para la elevación no llegaba el gas, para inflar el globo, Newbery gestionó ante la Compañía de Gas del Río de la Plata el tendido provisorio de una cañería. El llenado del Pampero se realizó lentamente por el tamaño del caño utilizado para tal fin.
Programado para el 24, el vuelo comenzó recién a las once del 25 de diciembre de 1907, por la lentitud del llenado del globo.
El siguiente relato está tomado del libro “Jorge Newbery”
A las 12hs, cuando una parte del público, cansado, ya se había marchado (de las tribunas del Hipódromo), Anchorena y Newbery deciden partir dentro de media hora aunque el globo no haya completado sus 1200 metros cúbicos de carga. El anuncio produce revuelo y rápidamente regresan los que habían ida a sentarse bajo las tribunas, al amparo de la sombra. Los comedidos llevan la barquilla hasta los amarres del globo y remueven los saquetes de arena. Todos quieren hacer algo y estorban.
Newbery y Anchorena en la barquilla del Pampero,
un dato curioso: los salvavidas colocados en la barquilla
pertenecían a la lancha "Pampa" de la familia Anchorena,
de ahí el nombre que se puede leer claramente

El tumulto cesa cuando los aeronautas suben a la barquilla. Entonces hay tensión y silencio. Anchorena grita:
-¡Larguen!
La veintena de soldados del 1° de caballería que rodea al Pampero y lo sostiene, suelta las amarras. El globo se inclina, arrastra la barquilla a ras del suelo pero no se eleva. Se quita lastre, repiten la largada y otro fracaso. Descargan mas saquetes, mientras los soldados aferran las sogas. El globo está quieto y Anchorena vuelve a gritar:
-¡Larguen!
Ahora sí. El Pampero sube suave y serenante, sin oscilaciones, con rumbo norte:

"Salvó la línea de eucaliptos y a poco se convirtió en un punto amarillo en la inmensidad del firmamento" (La Nación, 26/12/1907)
El ánimo de quien por primera vez busca la altura a bordo de un globo, diría Newbery, flaquea un poco en el momento de la partida, cuando se aleja de su medio natural hacia nubes inciertas.
"Después, la confianza es absoluta. La serenidad con que marchaba el Pampero no permitía albergar temores. El peligro que notamos al partir -el cierre del apéndice del globo- fue eliminado por una hábil maniobra de Anchorena. Seguimos la marcha con la regularidad inicial, hacia el norte, un grado al este." (La Nación, 26/12/1907)
Con el cielo calmo, el aerostato trepo hasta los 700 metros y conservo esa altura durante un trayecto de 18 km. Frente a la isla Martin García empezaron los problemas, cuando un grupo de nubarrones densos nublo el día y la temperatura cayó bruscamente. El frió súbito produjo una rápida depresión del gas, el globo perdió altura velozmente y enérgicas corrientes de aire dañaban al Pampero y a sus tripulantes.
A diez metros del agua, el remojón en el río parecía inevitable, y a los aeronautas les habrá parecido sublime la visión de la lancha Pampa, que navegaba debajo de ellos lista para el rescate. Pero entonces las nubes se abrieron y reapareció el Sol.
El gas se expandió tan rápidamente como antes se había deprimido. En el momento de la caída, Newbery y Anchorena habían arrojado casi todo el lastre, de modo que ahora, aligerado en extremo, el globo literalmente saltó hasta los 3 mil metros, y a esa altura se mantenía cuando traspuso la costa uruguaya en Conchillas, departamento de Colonia. Siete leguas tierra adentro, sobre campos de la estancia de Tomás Bell, el Pampero empezó a bajar demasiado rápidamente.
"Alle, el descenso fue vertiginoso. No podíamos aminorar la velocidad de la caída a pesar de haber arrojado el resto del lastre que llevábamos. Tuvimos que tirar hasta la máquina fotográfica. Faltaban unos 80 metros para llegar al suelo cuando nos desprendimos del ancla. Entonces sí, el globo aminoro el descenso de manera tal que la barquilla toco tierra con la suavidad de una pluma." (La Nacion, 26/12/1907)
Habían transcurrido casi cinco horas desde el momento de la partida.
La aeronavegación argentina, como podía, empezaba a existir.

Texto extraído del libro JORGE NEWBERY de Alejandro Guerrero, Ed. Emecé, Año 1999

lunes, 1 de junio de 2020

Pacto Roerich y Bandera de la Paz

El Pacto Roerich y la Bandera de la Paz fueron creados y promovidos por Nicolas Roerich, con el fin de proteger los tesoros del genio humano, estableciendo que las instituciones educativas, artísticas, científicas y religiosas, así como los lugares de relevancia cultural, debían ser declarados inviolables, y respetados por todas las naciones, tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz.
El 15 de Abril de 1935, el Pacto Roerich fue firmado en la Casa Blanca, en presencia del entonces Presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt, por representantes de 21 gobiernos de toda América.




Una nueva visión

La contribución más importante del Pacto Roerich fue la introducción de una nueva visión: que la conciencia de toda la humanidad se expande con cada acto creativo del genio humano; que hay períodos en la historia en que nuevas ideas se introducen para el beneficio de todos; y que mientras el ser humano se encuentra más a sí mismo y a trabajadores concientes en el campo de la cultura, las artes, la ciencia, las religiones y los muchos infinitos ámbitos constructivos del mundo, se vuelve imperativo que no sólo les prestemos atención, sino que apoyemos esos movimientos que mejoran la calidad de vida.

El Pacto Roerich y la Bandera de la Paz, significaron una contribución a la mejora de las condiciones mundiales, ya que representó un sendero y un llamado a la unidad internacional y a la paz mundial. El pacto fue firmado por todos los países de América, sin embargo, representó un tratado abierto a la adhesión de todos los países del mundo y generó un movimiento mundial en busca de la unidad global y rescató los valores y logros de la creatividad humana.

¿Quien fue Nicolás Roerich?

Nicolás Roerich (San Petersburgo, 1874 – Kullu, 1947) es uno de esos hombres inquietos que a lo largo de su vida tocan todos los palos: arqueólogo, viajero, escritor, pintor, escenógrafo y, por encima de todo, un místico e idealista capaz de recorrer Asia durante años en busca de la ciudad perdida de Shambhala, uno de esos mitos cuya existencia real, como la de la Atlántida, nunca ha podido demostrarse.



Miembro de la alta sociedad de la Rusia zarista, Roerich estudió Derecho por deseo de su padre y Bellas Artes por vocación propia. En 1901 se casa con Helena Ivanovna, hija de un archiduque, que a lo largo de su vida sería su fiel compañera y juntos viajan por toda Europa. Tras la revolución rusa se instalan en Finlandia, país que inspira a Roerich una larga serie de cuadros. En 1920 se traslada a Estados Unidos invitado por el Chicago Art Institute y allí expone 400 lienzos. En 1921, en Nueva York, funda el Master Institute of United Arts, en el cual trata de poner en práctica su idea de enseñar juntas todas las artes: pintura, música, canto, danza, teatro, cerámica, alfarería, dibujo… Roerich no sólo sigue pintando, sino que además escribe una colección de sesenta y cuatro poemas en verso libre que fueron publicados en Berlín, en ruso, bajo el título de Flores de Morya, y en inglés como Flame in Chalice (La llama en el cáliz).

En 1923 Roerich, con su esposa y su hijo, llega a la India, se traslada a Sikkim, al pie de los Himalayas, e inicia un viaje de exploración que le lleva hasta el Turquestán chino, Altai, Mongolia y Tibet. La crónica de este viaje está recogida en su libro El Corazón de Asia. Roerich es el perfecto ejemplo de viajero en el que el viaje exterior va en paralelo con el interior, ya que la obra citada es, por una parte, un clásico libro de viajes, donde se describen paisajes y accidentes geográficos, se cuentan anécdotas y costumbres de los pueblos que se visitan y se narran las penurias de los viajeros, como el calor del desierto de Taklamakán, la falta de oxígeno debida a la altura del paso de Karakorum, los vientos helados en las estepas tibetanas o los ataques de bandidos tártaros; pero además en el relato está siempre presente la mítica Shambhala como una ciudad invisible que apareciera y desapareciera entre la niebla, y que hace las veces de un eje alrededor del cual gira en espiral la vida y cuyo centro el viajero nunca conseguirá alcanzar.



Durante este viaje, que dura 5 años, Roerich pinta 500 lienzos. Estas pinturas asiáticas son las más celebradas: representan la grandiosidad de la naturaleza de los parajes que recorrió: montañas inaccesibles, cielos inmensos, el blanco azulado de la nieve, los tonos naranjas y rojos del sol y las sombras moradas. Y de estos paisajes surgen en ocasiones figuras de legendarios guerreros y de personajes solitarios, filósofos, lamas e incluso dioses. Igual que en sus textos, el interior y el exterior del ser humano se reflejan en las pinturas. “Si se pretende pintar los Himalayas teniendo enfrente los Alpes, faltará algo, imponderable pero real“, escribió Nicolás Roerich.



Al regreso de este viaje los Roerich se instalan definitivamente en Kullu (India), al pie de los Himalayas. Al año siguiente, Nicolás Roerich viaja a Nueva York, donde propone el uso de la llamada Bandera de la Paz, símbolo diseñado por él mismo, para proteger los bienes culturales en caso de guerra. En muchos de sus planteamientos filosóficos y artísticos, Roerich fue un adelantado a su tiempo y hora es de descubrirlo. 


Sus 7.000 pinturas se reparten hoy en 250 museos, el principal es el Nicholas Roerich Museum de Nueva York.

Fuente:
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miércoles, 20 de mayo de 2020

El centenario capitán Moore condecorado por Isabel II tras recaudar fondos para la Sanidad británica

El centenario veterano de la segunda Guerra Mundial Tom Moore será condecorado como "caballero" por la reina Isabel II tras recaudar 33 millones de libras (37 millones de euros) para el sector sanitario británico dando cien vueltas a su jardín con su andador, informó este miércoles el Gobierno.

El primer ministro, el conservador Boris Johnson, ha afirmado que el capitán, que recibirá el tratamiento de "Sir" tras ser honrado en una futura ceremonia, es "un verdadero tesoro nacional" que iluminó a la nación "en medio de la niebla del coronavirus".

En su cuenta de Twitter, el exmilitar declaró sentirse "abrumado" por este nuevo hito y agradeció el inesperado honor al Gobierno, la reina y los ciudadanos británicos, a los que dijo: "continuaré a vuestro servicio".


Moore se convirtió en un héroe nacional cuando logró su objetivo, planteado con fines benéficos, de rodear un centenar de veces su vivienda en el condado inglés de Bedfordshire, con ayuda de su caminador, antes de cumplir cien años el pasado 30 de abril.

Su meta de recaudar 1.000 libras (1.118 euros) se vio superada con creces por la solidaridad de millones de personas en el Reino Unido que se sintieron cautivadas por sus esfuerzos.



Desde entonces, Moore ha recibido el título honorífico de coronel del Ministerio de Defensa y ha lanzado un sencillo musical junto con el cantante Michael Ball con una versión del clásico "You'll never walk alone", que llegó al número uno de las listas de ventas.

Su hazaña inspiró además a la veterana rusa de la segunda Guerra Mundial Zinaída Kórnieva, de 97 años, que realiza un blog diario a fin de recaudar dinero para las familias de los médicos muertos en Rusia en la batalla contra el coronavirus.

Kórnieva dedicó un vídeo al capitán británico y le prometió como regalo de cumpleaños coserle "desde Rusia con amor" unos calcetines para el invierno, que ya le envió por correo urgente.

"Juntos derrotamos en 1945 al Fascismo y ahora juntos combatimos el virus. No le puedo prometer que vaya a dar cien vueltas alrededor de mi jardín, ya que hace mucho que no salgo de casa, pero prometo contar cada día historias sobre la guerra y mi vida. ¡Juntos ganaremos!", aseguró la heroína rusa.


Fuente: EFE



sábado, 2 de mayo de 2020

Jerzy Bielecki, el "héroe romántico" de Auschwitz

Israel le otorgó la máxima distinción en 1985. Pero la historia de Jerzy Bielecki, el jóven católico polaco que en 1944 liberó a una joven judía en Auschwitz y que murió pacíficamente en su casa de campo polaca a los 90 años, es más digna de un guión de Hollywood.


                                  Jerzi (derecha) con su hermano Leszek en una fotografía tomada en el año 1944
Jerzy tenía 19 años cuando los alemanes le apresaron en Polonia, bajo la sospecha de que pertenecía a la resistencia, y le enviaron en el primer transporte de presos varones -todos polacos- al campo de concentración de Auschwitz en abril de 1940. Casi tres años más tarde, en enero de 1943, una joven judía polaca de 22 años, Cyla Cybulska, fue detenida junto a sus padres y tres hermanos -dos varones y otra chica- en el gueto de Lomza, en el norte del país. La familia al completo fue enviada a Auschwitz-Birkenau. Los nazis asesinaron de inmediato en las cámaras de gas a los padres y a la hermana, pero Cyla y sus dos hermanos fueron enviados a trabajos forzados.

Jerzy y Cyla se conocieron en estas circunstancias en septiembre de 1940 y la chispa del amor prendió enseguida entre los dos presos. Jerzy decidió escapar con su novia, pero el plan que urdió parecía un disparate. Gracias a su amistad con uno de los trabajadores polacos del almacén del campo, consiguió un uniforme de oficial de las SS y logró elaborar un salvoconducto falso. De esta manera -y gracias a su buen alemán- consiguió hacer creer a algunos guardianes que era un oficial de los servicios secretos que se llevaba a la joven judía fuera del campo para interrogarla.

En una entrevista concedida en 2010 a Associated Press, Jerzy contaba sus sentimientos en aquellos momentos. "Sentía el pánico que me corría por toda la espalda a la espera de recibir el primer tiro al cruzar la puerta de salida".

Se perdieron la pista

Después de diversos avatares, la familia de Jerzy insistió en que éste se reuniera con ellos en Cracovia. Cyla fue escondida en casa de unos agricultores amigos. Pero al término de la guerra los dos enamorados fueron incapaces de reencontrarse. Jerzy acabó casándose en Polonia, y Cyla, por su parte, contrajo matrimonio con un judío, con el que acabó recalando en Nueva York.

En 1982, Cyla contó la historia de su liberación a su sirvienta polaca, que quedó estupefacta. Había escuchado la misma historia contada por el propio Jerzy en la televisión de su país antes de abandonarlo para trabajar en Estados Unidos. Ambas mujeres se pusieron manos a la obra para dar con el paradero de Jerzy, y el reencuentro se produjo en el aeropuerto de Cracovia en el verano de 1982. El enamorado acudió a la cita con un ramo de 39 rosas rojas, una por cada año en que habían estado separados.





Cyla Cybulska murió en Nueva York en 2002. Jerzy murió el 23 de octubre de 2011, y dejó mujer, dos hijas, cuatro nietos y un bisnieto. El funeral católico se celebró en la localidad polaca de Nowy Targ.



FUENTE: diario español ABC del 23 de octubre de 2011
http://es.catholic.net/buenasnoticias/articulo.php?id=52175