sábado, 29 de septiembre de 2012

Testimonios sobre Juan Pablo II : Karol Wojtyla me salvó la vida en 1945

Una judía israelí revela cómo fue socorrida por el Papa JUAN PABLO II al final del Holocausto nazi

«Me acuerdo perfectamente. Me encontraba allí, era una niña de trece años, sola, enferma, débil. Había pasado tres años en un campo de concentración alemán, a punto de morir.

Y Karol Wojtyla me salvó la vida, como un ángel, como un sueño venido del cielo: me dio de beber y de comer y después me llevó en sus espaldas unos cuatro kilómetros, en la nieve, antes de tomar el tren hacia la salvación».

Edith Zirer narra el episodio como si hubiera sucedido ayer. Era una fría mañana de primeros de febrero de 1945. La pequeña judía, que todavía no era consciente de ser el único miembro de su familia que sobrevivió a la masacre nazi, se dejó llevar en los brazos de un sacerdote de 25 años, alto, fuerte, que sin pedirle nada, simplemente le dio un rayo de esperanza.

Hoy aquel sacerdote, según ella, es el obispo de Roma. Edith querría agradecer finalmente aquel gesto. «Sólo un pequeño gracias en polaco por aquello que hizo, por la manera en que lo hizo, para decirle que nunca me olvidé de él», dice desde su hermosa casa ubicada en las colinas del Carmelo, en la periferia de Haifa.

Edith tiene 66 años y dos hijos. Reconstruyó su vida en Israel, donde llegó en 1951, cuando todavía padecía las lacras de la tuberculosis y los fantasmas de la guerra alteraban sus sueños.





Durante todo este tiempo se ha guardado esta historia. Cuando en 1978, Karol Wojtyla subió a la cátedra de Pedro, comenzó a sentir la necesidad de hablar, de contarlo a alguien, de mostrar su agradecimiento. La pregunta surge inmediatamente: pero, ¿cómo puede estar segura de que aquel sacerdote es el Papa? ¿Por qué ha esperado tanto?. Estos interrogantes se los han planteado también los periodistas de «Kolbo», el semanario de Haifa que hoy publica un artículo sobre este asunto. «El relato es convincente. No trata de hacerse publicidad, todos los detalles que ofrece parecen creíbles», dicen los redactores. Tan convincentes que la embajada israelí ante la Santa Sede ya está moviéndose para tratar de poner en contacto a la señora Zirer con la secretaría del Papa.

La narración habla por sí misma. «El 28 de enero de 1945 los soldados rusos liberaron el campo de concentración de Hassak, donde había estado encerrada durante casi tres años trabajando en una fábrica de municiones --explica Edith, quien entonces tenía trece años--. Me sentía confundida, estaba postrada por la enfermedad. Dos días después, llegé a una pequeña estación ferroviaria entre Czestochowa y Cracovia». Precisamente en Cracovia, Wojtyla acababa de ser ordenado sacerdote. «Estaba convencida de llegar al final de mi viaje. Me eché por tierra, en un rincón de una gran sala donde se reunían decenas de prófugos que en su mayoría todavía vestían los uniformes con los números de los campos de concentración. Entonces Wojtyla me vio. Vino con una gran taza de té, la primera bebida caliente que había podido probar en las últimas semanas. Después me trajo un bocadillo de queso, hecho con pan negro polaco, divino. Pero yo no quería comer, estaba demasiado cansada. El me obligó. Después me dijo que tenía que caminar para coger el tren. Lo intenté, pero me caí al suelo. Entonces, me tomó en sus brazos, y me llevó durante mucho tiempo. Mientras tanto la nieve seguía cayendo. Recuerdo su chaqueta marrón, la voz tranquila que me reveló la muerte de sus padres, de su hermano, la soledad en que se encontraba, y la necesidad de no dejarse llevar por el dolor y de combatir para vivir. Su nombre se grabó indeleblemente en mi memoria».

Cuando finalmente llegaron hasta el convoy destinado a llevar a los detenidos hacia Occidente, Edith se encontró con una familia judía que le puso en guardia: «Atenta, los curas tratan de convertir a los niños hebreos». Ella tuvo miedo y se escondió. «Sólo después comprendí que lo único que quería era ayudarme. Y quisiera decírselo personalmente».

...Edith Zirer, casada hoy y con 2 hijos, que vive en Haifa, en una colina del Monte Carmelo, quiso estar con el Papa (59 años después de lo ocurrido) en su histórico viaje a Tierra Santa para darle personalmente las gracias justamente en el Memorial del Holocausto Yad Vashem. Fue un día inolvidable para ella y para toda la población judía, así como una lección universal de humanidad...".

FUENTE: ZENIT

lunes, 24 de septiembre de 2012

Gandhi, la No-Violencia y la Marcha de la Sal


"Sé el cambio que quieres ver en el mundo"
"La violencia es el miedo a los ideales de los demás"
"Lo que se obtiene por la violencia solo se puede mantener con violencia"
"No hay camino hacia la paz, pues esta es el camino"
"Ojo por ojo y el mundo acabará ciego"
Mohandas Karamchand Gandhi (1869-1948)

Para Mahatma Gandhi, también conocido en la India como Bapu, la "no-violencia" no era algo pasivo o de sumisión, elemento de excusa del cobarde, contra el enemigo, sino una “suprema virtud del valiente”. Así, la violencia sería equivalente al miedo, como la no-violencia lo sería al valor, la lucha contra la injusticia y la búsqueda de la Verdad. Este modo de protesta se basaba en la desobediencia civil, inspirado en las ideas de "no-violencia activa" de León Tolstói y mediante las cuales Gandhi pretendía obtener la autonomía política para la India y luchar contra las injusticias llevadas a cabo por los británicos en la India y Sudáfrica. Para Gandhi, “la fuerza más poderosa contra la opresión es la lucha no violenta”.


En plena Marcha de la sal

Probablemente el mayor acto de no-violencia con resultados exitosos fue la conocida como Marcha de la Sal. Fue una idea de Gandhi que llevó a cabo entre marzo y abril de 1930 con el objetivo de desafiar al Imperio Británico. Al igual que la independencia de los EE.UU. llegó mediante el motín del té, en la India se considera que la Marcha de la Sal fue su equivalente. Gandhi entendió que podía desafiarlos con el monopolio británico sobre la sal, un elemento indispensable para la población y que tenía unos altos impuestos. Así, considerándolo injusto, emprendió una marcha desde el Norte del país hasta las costas del Índico. Durante la marcha fue ganado adeptos, pues para aquel entonces Gandhi ya era conocido entre la población hindú y de forma simbólica, cuando el 5 de abril llegó a la playa de Dandi, cogió un puñado de arena y allí ganó aún más seguidores.



Para provocar aún más, en la playa de Dandi se empezó a comerciar la sal pública e ilegalmente. Esto suponía un gran problema para los británicos pues si lo arrestaban desencadenarían una gran protesta por parte de la población, pero si no lo hacían estaban dando un mayor poder de actuación a Gandhi, que lo que quería era precisamente ser arrestado al llegar a la playa. Finalmente fue detenido al anunciar que iba a hacer otra marcha a una salina. Sin embargo, la marcha prosiguió y sus seguidores fueron aún sin él y de forma pacífica. Estos intentaron entrar y fueron dura y violentamente reprimidos por los británicos, consiguiendo así que en los medios de comunicación internacionales, el Imperio Británico diese una imagen violenta de sí mismos (llegaron a asesinar a 400 personas al disparar a una multitud indefensa durante un discurso en pro de la no-violencia de Gandhi) frente al “pacifismo” de los indios que caían doloridos ante los pies de los soldados, mientras eran recogidos por sus mujeres. Gandhi consiguió hacer de su ideología de no-violencia, un verdadero movimiento de masas. Fue puesto en libertad y el Imperio Británico mantuvo negociaciones con él, y aunque no hubo muchos puntos en común, consiguió que se liberase a todos los rebeldes y que pudieran recolectar ellos mismos la sal.

Tras la II Guerra Mundial la India consiguió su independencia, aunque esta no fue como la deseaba Gandhi, pues el país quedó enfrentado entre hindúes y musulmanes casi condenándose a una guerra civil. Contra ello Gandhi luchó mediante ayunos indefinidos y llegó a conseguir ceses de violencia por ambas partes, pero terminó siendo asesinado por un extremista hindú en 1948 en Nueva Delhi con 78 años.

Publicado por Ismael Díaz
FUENTE:
http://leamsi-cosmovision.blogspot.com/2010/04/gandhi-la-no-violencia-y-la-marcha-de.html

miércoles, 12 de septiembre de 2012

"Pasen una hora inspirando a alguien" Javier Fernandez-Hang

Dicen que Javier tiene los conocimientos de un licenciado en Físicas, Química e Ingeniería. Y nunca ha ido al colegio.
Los que conocen a Javier Fernández-Han se preguntan si no habrá pasando por alto su infancia. Él contesta: «Tengo muchos amigos implicados en mi ONG Inventores sin Fronteras. La gente de mi edad podría hacer más, pero no saben cuáles son sus pasiones".
La pasión de Javier es ayudar a los más pobres, acabar con el hambre en el mundo. El año pasado ganó el prestigioso premio internacional Invent Your World Challenge (Desafío Inventa tu mundo), con sólo 15 años. La idea de su proyecto le empezó a rondar cuando tenía sólo nueve.
Lo que sabe, lo ha aprendido en casa. Maria Teresa, su madre, es de origen mexicano. Peter, el padre, de Taiwan. Ambos se conocieron en la Universidad de Brown, y, convencidos de que la escuela sólo serviría para frenar el potencial de sus hijos, decidieron educarles en casa. Javier es el pequeño. Hay otro, Fabián, que está centrado en las finanzas. Peter dice que son un equipo complementario. Fabián es capaz de encontrar inversores para que Javier siga investigando.



El invento ganador de Javier se llama Versatile (versátil). Utiliza 12 tecnologías diferentes que funcionan a la vez para tratar residuos, producir metano y biocombustible, generar alimentos para los humanos y para el ganado, captar gases del efecto invernadero y producir oxígeno. Y todo este sistema funciona a base de algas. Javier dice que podrían crearse máquinas de tamaño doméstico para usar en los hogares y máquinas grandes para alimentar a pueblos y ciudades. Según Javier, «las algas son la navaja suiza de la naturaleza. Se libra de muchas cosas que no queremos y produce muchas otras que necesitamos».
Javier dice que debe gran parte de su éxito al inventor Ashok Gadgil. A los nueve años, asistió a una exposición sobre su trabajo y fue en ella donde aprendió que podía inventar y al mismo tiempo mejorar la vida de los demás.
En una reunión de inventores, de la AshokaTECH (patrocinadores del premio), le dijeron a Javier que pidiese cualquier favor a los inventores presentes en la sala. Javier dijo: «Pasen una hora inspirando a alguien. No piensen sólo en invertir en los inventos, sino también en invertir en las vidas de las personas».
 
El año pasado empezó a ir a un instituto de Texas. Sueña con ir a Standford.
FUENTE : KINDSEIN.com
http://www.kindsein.com/es/33/2/770/
 
 

jueves, 6 de septiembre de 2012

La historia del sandwich o emparedado

La leyenda cuenta que el  conde de Sandwich (Inglaterra) John Montagu IV, era un jugador empedernido, por lo que mucho de su tiempo lo pasaba en una mesa de juego.

Llegó tan lejos con su vicio que un día no tenía tiempo para almorzar, ya que estaba en medio de una partida. Llamó a uno de sus sirvientes y le informó que le trajera cualquier cosa para comer. Al cabo de unos minutos el mozo regresó con una bandeja llena de alimentos. En ese momento, el conde tomó dos rebanadas de pan e introdujo un pedazo de carne en el medio y se lo comió gustoso.
Lo más extraño de esta historia no fue su creación, sino que en su testamento dejó en claro que el mejor legado que le dejaba a Inglaterra era la creación del “sandwich”.
De esta forma anecdótica surgió uno de los platos más internacionales. No cabe duda que esta sencilla creación se ha adaptado a la gastronomía de cada país, incluyendo sus ingredientes típicos.
En Argentina tenemos una gran variedad de sandwiches típicos, mencionaremos algunos.
El primavera (frío o caliente):
Consiste en un pan pebete o pan en rodajas (lacteado) al que se le agrega jamón, queso, lechuga, tomate y huevo en su versión más tradicional.

Sandwich primavera

El choripán (caliente):
Tal como lo dice el nombre consiste en un pan francés cortado a la mitad con un chorizo asado en el medio, al que se le agrega todo tipo de aderezos.

El famoso choripán argentino

Sandwich de miga (frío):
Compuesto por finas secciones de pan de molde, en su versión más clásica es de jamón, queso y mayonesa, no obstante pueden tener una variedad de gustos tan amplia como alimentos existen (morrones, palmitos, anchoas, pimientos, etc).

Una bandeja de sandwichitos de miga

El tostado (caliente):
Son dos planchas de pan de molde enteras, con jamón, queso y manteca que se sirve en cuatro o seis partes. En la ciudad de Rosario el tostado recibe el nombre de “Carlitos”, el cual está hecho con pan de molde, jamón, queso, y salsa kétchup. En sus variantes especiales se le puede agregar pollo, huevo duro y tomate.

"¡Mozo!, tráigame el tostado de siempre"
Edgardo Consiglio   para Títulos Felices

miércoles, 5 de septiembre de 2012

La Madre Teresa de Calcuta y la obra para los moribundos

La obra para los moribundos tuvo inicio así: Madre Teresa estaba en búsqueda de los pobres enfermos, cuando por la calle encontró un hombre moribundo, que apenas daba signos de vida. Yacía en los deshechos en fin de vida. Todavía movía los ojos, los labios susurraban: ¡“Ayúdame, estoy muriendo!¡No tengo a nadie!”. Buscaba de moverse, pero ahora estaba tan débil que no podía más. Era el año de 1952.



Oigamos el relato dramático de la voz de Madre Teresa:

“Un día encontré un hombre moribundo en los deshechos, no lejano del hospital Campbell, cercano a nuestra casa. Yo fui a rogar que lo recibieran en el hospital. Inútilmente. Para él no había lugar. Fuimos a la farmacia a comprar de los medicamentos, pero cuando regresamos ya había muerto... Estaba tan conmovida y triste. Entonces me dije así: Tienen más cuidado por los perros y los gatos que por los seres humanos. Después fui a protestar a las autoridades municipales...”

No se detuvo ahí, protestó también en el hospital, y dijo a las autoridades estatales así: “Si no tienen cuidado o no quieren cuidar de esta gente que muere en la calle, entonces encuéntrenme un lugar donde yo podré arreglarlo y tendré el cuidado...”

Le dieron una indicación bien precisa, pero un poco complicada y peligrosa. En barrio de Kalighat, que es un poco el “Vaticano de Roma” para la ciudad de Calcuta, el centro religioso para los hindúes: el famoso y bellísimo templo de la diosa Kalí. Alrededor del templo había tantos edificios, y un complejo en construcción para el comercio, para el baño santo y para tantas otras actividades. Allí estaba también un gran edificio para los peregrinos, que después de las oraciones y los diferentes ritos religiosos, se reposaban. El funcionario estatal junto con Madre Teresa fue al lugar y le hizo ver esta casa, pidiéndole si la quisiera tomar y utilizar para los moribundos. Madre Teresa aceptó enseguida y con mucha gratitud. Dentro veinticuatro horas la casa nueva estuvo llena de muchos moribundos.

Pero he aquí que surge una nueva dificultad: los sacerdotes de la diosa Kalí, y muchos fieles hindúes, después de haber visto “profanar” su lugar sacro, sin poner cuidado a las castas, a la religión, a tantas otras diferencias, se acercaron todos al lugar, enfurecidos contra Madre Teresa. Ella al contrario tranquilamente ayudaba, limpiaba, cuidaba, amaba, servía... Llegando fueron con Madre Teresa, para pedirle como es que vino propiamente ahí con esa gente. Después de haber oído que estaban las autoridades estatales a darles esta “casa para los moribundos”, protestaron enérgicamente a éstos, buscando así de provocar un conflicto grave de carácter religioso.

Un funcionario les promete que había hecho todo lo posible para expulsar a esta “mujer blanca” que no respetaba sus tradiciones religiosas y las tribus. Y lo hizo seriamente. Fue enojado a verificar al lugar el “derecho de la profanación”. Entrando en un gran salón se encontró con una escena jamás vista: ¡había un centenar de hombres y mujeres tendidos, en fin de vida, y Madre Teresa con su religiosas, sin poner cuidado a nadie, como un ángel, buscaba de estar cercana a todos, de hacer todo lo posible ara salvarlos, si esto no fuera posible, al menos de hacerlos morir en paz, con dignidad humana! El funcionario se conmovió. Llamó a Madre Teresa y le dijo así: “¡Felicidades, Madre buena! Usted es verdaderamente la diosa viva –Kalí, el ángel del consuelo. Continúe así. Le deseo mucha suerte y mucho éxito. ¡Dios la ayude!”.

Saliendo afuera, conmovido y enojado, casi llorando dijo a los sacerdotes de la diosa Kalí, a los fieles, y a los periodistas reunidos ahí: “¡Si, yo verdaderamente prometí de sacar a esta mujer, y mantengo mi compromiso; Escuchen bien esto que les digo: Antes de esto se necesita que sus madres, hermanas y ustedes mismos vengan a hacer aquello que realizan estas religiosas. En el templo tienen una diosa de piedra negra y aquí hay una diosa viva!”

Viendo la bondad, la generosidad la dedicación extraordinaria para con los moribundos, la población poco a poco aceptó esta casa. Así hicieron también los sacerdotes de la diosa Kalí, los cuales no solo no se opusieron más a esta obra, sino que buscaron de todos los modos posibles para sostenerla y ayudarla. La obra tuvo su inicio el 22 de agosto de 1952, cuando las “misioneras de la caridad” eran solamente 28 religiosas y estaban hospedados en la casa del señor Gomes.

Madre Teresa en 1986 relató este hecho: “La Casa del Corazón Puro (así se le llamó a la casa de los moribundos) es para muchos el “purgatorio”; el paso a la casa del Padre. Hasta hoy han pasado más de 60,000 hombres y mujeres, 30,000 han muerto ahí en paz, otros han sanado.

He aquí otro ejemplo típico: Un día encontré un hombre en una alcantarilla. Todo el cuerpo era una gran llaga. Las ratas se lo había casi “devorado”. Lo llevé a nuestra casa para los moribundos. ¿Sabes que me dijo aquel hombre? Dijo así: He vivido todos estos años como un animal en la calle. Ahora moriré como un ángel, rodeado de amor y de cuidado. No podré nunca olvidar sus palabras, pero sobretodo su cara tranquila y sonriente. Tres horas después murió como un ángel”.

Las religiosas cada mañana iban por las calles buscando y recogiendo los moribundos. La gente primero les observaba con menosprecio, quizá con un poco de miedo; después nace una colaboración y una ayuda recíproca. La población, si veía o encontraba alguien en la calle, lo llevaba de la Madre Teresa o bien les decían a las religiosas el lugar donde yacía y ayudaba a llevarlo a la “casa de los moribundos”.

Entre muchos colaboradores había tantos jóvenes, muchachos, muchas, un poco todos. El trabajo era muy difícil, requería una gran fe, amor, pero también fuerza física, porque al inicio, no teniendo casi ningún medio técnico, llevaban a los moribundos sobre las espaldas, o en cualquier carreta que debían jalar.

En 1969 Madre Teresa fundó la rama masculina “Misioneros de la caridad” que en gran parte hoy desempeñan este trabajo. Ya en 1969 las “Misioneras de la Caridad” tenían abierto 15 casas para los moribundos, 12 en India y 3 afuera. Cada año el número de las casas crece, pero crece también la experiencia del trabajo, el amor y la acogida para un pasaje feliz a la eternidad.

He aquí que narra Madre Teresa; “con algunas de nuestras religiosas estábamos yendo para el Congreso Eucarístico. Por el camino noté dos seres humanos en fin de vida: un hombre y una mujer. Me detuve. Dije a las religiosas: ustedes vayan al Congreso Eucarístico, yo en cambio me detengo aquí a asistirlos. Los tome y los llevé a nuestra casa de los moribundos. Muchos se enojaron conmigo porque no fui aquel día al Congreso Eucarístico. Yo dije simplemente así: partí para adorar a Jesús bajo la especie del pan y lo encontré por el camino bajo la especie del moribundo. Me detuve, y lo adore expresándole todo mi amor...”

Esta obra de Madre Teresa tiene un valor profundo humano, pero sobretodo “cristiano”: dar sentido y significado a la vida ya, humanamente hablando, fallido, desesperada, renovada, y recuperar “in extremis”, como hizo Jesús sobre la cruz con el ladrón arrepentido, esta gente que en la vida no ha conocido otro que la miseria, el hambre, la sed, el dolor, el camino... Demostrar, testimoniar, hacer vivir a esta gente el amor de Dios propio en estos momentos dramáticos, y asegurarles que les espera el buen Dios Padre, la gloria en la eternidad, sin ninguna distinción religiosa, hacerles esperar y morir en paz... He aquí que provoca esta cercanía, testimonio, amor: Una mujer esta en fin de vida. Viéndola así servir, amar, limpiar, abrazar, hace esta pregunta a Madre Teresa: “¿Pero tú por qué lo haces?”. Madre Teresa responde; ¡“Porque te quiero, porqué Dios te ama!”. Y ella, toda feliz, le dijo: “Dilo otra vez, porque es la primera vez en mi vida que oigo estas palabras”. Madre Teresa comenta así: “Y murió completamente feliz, en paz pasó a la eternidad, se fue a la Casa del Padre”.

Fuente:
http://users.libero.it/luigi.scrosoppi/santi/teresaspa.htm
Tomado del libro: Madre de la Caridad de LUSH GJERGJI ed. VELAR