domingo, 23 de diciembre de 2012

La escuela orquesta de Barrio Ludueña


Desde el año 2005, en la Escuela Nº 1027 Luisa Mora de Olguín de barrio Ludueña en la ciudad de Rosario (Argentina), un grupo de docentes luchan contra la marginalidad y la desigualdad, mediante la enseñanza de varios talleres de música; logrando conformar una orquesta en la que participan un centenar de chicos de una de las zonas más castigadas de la ciudad.

Donde el asfalto termina  en la calle Humberto Primo al 2400, corazón de Ludueña, los sonidos del ferrocarril  empiezan a combinarse con el dulce trinar de los violines. En este lugar, la música trae la esperanza y la posibilidad de sentir que el futuro no es  inalcanzable.

Este humilde establecimiento más conocido en el barrio como “la escuelita Salesiana del padre Edgardo Montaldo”, apostó a los niños de su comunidad y confió en el proyecto de la docente de música Derna Isla: conformar una orquesta  escuela.

La Escuela Orquesta en uno de sus recitales 

“Empezamos este trabajo en el 2001 en el barrio República de la Sexta, pero no prosperó. En ese momento, comencé a visitar varios establecimientos de la ciudad de Rosario y así fue, como nos abrieron las puertas de  la escuela Luisa Mora de Olguín, en la que desempeñamos este trabajo desde el 2005”,  y agrega: “Fueron muy predispuestos, en lo humano sobre todo. Vimos que había mucho compromiso del personal docente, también quiero destacar la libertad que nos dieron para trabajar desde el primer día que trajimos el ofrecimiento”, concluye.

Derna Isla con uno de sus alumnos

Los salesianos dieron el visto bueno a la propuesta y la profesora Derna Isla decidió  acercase a una reunión de Presupuesto Participativo y proponer a las autoridades del Distrito Noreste la posibilidad de que el proyecto participara de la votación. En ese momento  se presentaron más de sesenta ofertas  distintas, además de la ya mencionada, que incluían: barrido, bacheo e iluminación, entre otras. La escuela obtuvo el quinto lugar con un importante caudal de votos por parte de los participantes de la asamblea de vecinos. No obstante, antes de obtener este subsidio, la orquesta ya funcionaba con tres talleres (viola, violín, violonchelo) y se solventaba con un pequeño subsidio de ochocientos pesos otorgado por el municipio, que se repartía entre las tres docentes que dictaban los cursos. En el 2005 contaban con pocos instrumentos que provenían de donaciones de empresas y particulares. Este es el caso de un violín que fue dejado en la escuela por una persona que no quiso brindar demasiados datos. “Lo único que sabemos es que lo donó  un señor de San Lorenzo, no tenemos más datos que esos, cuando vino no quiso decir ni siquiera  su nombre”, afirma Fernanda Sosa, docente y educadora. Más tarde, mediante el Presupuesto Participativo 2006, pudieron ampliar su caudal instrumental, sumando instrumentos de percusión y dos contrabajos. Hoy, el  presupuesto cubre/ solventa: el pago de los docentes, la movilidad de la orquesta, las meriendas y lo más trascendental, un seguro de niños y adultos; requisito sumamente importante para poder funcionar.

“Algo muy significativo para destacar que después de varias charlas con la diputada Mónica Fein (actual intendenta de Rosario) se comprometió a la donación de dos cornos lo que es sumamente gratificante para todos nosotros”, agrega la profesora Isla.
La escuela orquesta funciona en contra turno a las actividades curriculares y está coordinada por el maestro de grado o educador el cual se mueve como tutor de los chicos y es quien está más en contacto con los papás. En este momento, la institución posee nueve talleres por la tarde y tres talleres por la mañana, divididos en seis módulos de dos clases por alumno. Ellos son: de filas de instrumentos, cámara en la que se juntan con otros chicos en grupos reducidos, audioperceptiva, en el que aprenden lenguaje musical  y por último, el ensayo general con los niños que están en condiciones de tocar el repertorio. El mismo es propuesto por los docentes y quien está a cargo de las clases de audioperceptiva y se encarga con más precisión de este tema es la profesora Cecilia Giraudo quien afirma que: “Realmente a los chicos les interesa el folclore más que nada. Esperábamos que en algún momento propongan otro tipo de música, pero aceptan el repertorio amablemente. En sus hogares, una de las cosas que se escucha es folclore sobre todo chámame y a veces, surge una que otra cumbia, pero no es lo más común”. La mayoría de estos chicos no vienen de familias en donde la música sea algo importante, en algunas suele haber instrumentos  de papás o hermanos que podrían denominarse músicos autodidactas.

En muchos casos, algunos chicos llegan a la escuela sin saber lo qué es una orquesta. “Una de las historias que quiero remarcar es que algunos chicos conocieron determinados instrumentos en este lugar, como el caso del violonchelo que si no fuera por venir acá las posibilidades de saber cómo es este instrumento son  muy escasas”, comenta Giraudo.
Para las docentes cada chico es un  gran músico y lo importante no es cuan bueno pueda ser con  su instrumento. Lo más valedero, es que sean buenas personas. El instrumento pasa a ser, en este caso, un pretexto para vincular a los chicos con una herramienta que los haga sentirse capaces de cumplir con un objetivo:

“Lo que se veía muy comúnmente acá es que los chicos no tenían sueños. Cuando les preguntabas que querían ser de grandes no había respuestas. La aparición de la orquesta cambió las expectativas no sólo de los chicos sino también, de los padres. Hoy tienen deseos y eso me llena de alegría”, se emociona Fernanda Sosa.

El hecho que los chicos puedan ver que existen otras cosas, de conocer lugares y de abrirles el camino es un compromiso incesante de estas educadoras que cuentan que los niños agradecen la posibilidad de conocer diversos teatros y lugares, que de otra forma hubiesen sido inalcanzables.

“Una linda anécdota es cuando fuimos a teatro el Círculo y una de las abuelas, imaginó conmovida, el momento en el que su nieto tocase ahí. Era emocionante ver las caras de los familiares al contemplar un teatro tan imponente”, relata  la Directora General Gloria Machado.

Uno de los testimonios que cala en lo más hondo de los corazones, es como mediante la
orquesta los pequeños y sus padres sienten la necesidad de juntarse, agruparse y trabajar por el bien común de todos ellos. Es, realmente, reconfortante escuchar relatos sobre  instrumentos comprados por los papás  con enorme esfuerzo como: vendiendo huevos, planchando por horas e incluso, cartoneando.

“Es increíble lo contentos que se ponen cuando tienen su instrumento. El otro día una de
las nenas vino emocionada a mostrarme el violín que le había traído Papa Noel. Era enorme la algarabía de la chiquita cuando nos relataba la situación y como había llegado el instrumento a su casa” menciona su Directora General Gloria Machado.

Muchos casos han trascendido los muros de la escuela y resuenan en otras formaciones y orquestas. Este es el caso de Mara Torres, profesora de percusión, que en muchos
casos tuvo la grata satisfacción de compartir escenario con sus alumnos fuera de la estructura de la orquesta de Ludueña: “Yo formo parte de la Orquesta Juvenil de la Escuela Municipal de Música y en muchas ocasiones, participaron algunos de mis alumnos. Uno de estos chicos, tocó con nosotros en el teatro Príncipe de Asturias el año pasado. Si bien acá es mi alumno, en la otra orquesta deja de serlo para pasar a ser un compañero mas”.

En un barrio tan cercano a la zona céntrica de la ciudad de Rosario, pero tan alejado de esa misma realidad urbana. Lugar, en donde el barro es parte del paisaje y la falta de
recursos una pregunta diaria.
Existe gente que cree en lo imposible y hace que estos niños, estos violines de Becho sientan amor por algo. En los dedos de estos niños parecen resonar las palabras de Zitarrosa: 

“Becho tiene un violín que no ama, 
pero siente que el violín lo llama; 
por la noche como arrepentido, 
vuelve a amar ese triste sonido”.


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