miércoles, 28 de octubre de 2015

Grenoble introduce dispensadores de literatura en sus calles

Adiós smartphones, bienvenida la lectura. Grenoble, la hermosa capital de los Alpes franceses, es a menudo nombrada en los medios de Francia por su tasa de criminalidad. Pero hoy, la cultura está en portada.



La idea es aprovechar mejor el tiempo que uno tiene que esperar en lugares públicos… con dispensadores de relatos. Aunque lo común en la actualidad sea sacar el teléfono móvil tras un segundo de espera, el ayuntamiento de Grenoble, quiere fomentar la lectura entre sus habitantes aprovechando momentos de ocio, para devolver a la sociedad un poco de la cultura que está diluyendo la tecnología.

Christophe Sibieude, cofnundadora de la start-up local Short Edition dijo para Agence-France Presse:

“La idea nos vino al fijarnos en una máquina dispensadora de chocolatinas y latas de bebida. Nos preguntamos si no sería posible hacer los mismo con máquinas que ofrecieran algo de buena literatura para ocupar los tiempos de espera.”

¡Y es gratis!

Puedes leer historias sin parar, solo depende del tiempo que tengas para invertirlo en ello. El formato de tres minutos tiene 8 cm  de ancho y 60 cm de largo, y para las historias de cinco minutos, el doble.
Los distribuidores de un metro de alto, sin pantalla, naranjas y negros, son completamente gratuitos: la iniciativa es un acuerdo entre los creadores de Short Edition y el alcalde de Grenoble del partido ecologista Eric Piolle, de quien esta no es la primera iniciativa del estilo.

En total, habrá 8 máquinas por toda la ciudad: en el ayuntamiento, oficina de turismo, bibliotecas y centros sociales.


Que lean felices.

por Mathieu Piccarreta
Fuente:  www.konbini.com

jueves, 22 de octubre de 2015

Premio Nobel de Medicina para quienes curan enfermedades olvidadas

El Nobel de Medicina de este año se repartió entre tres investigadores que recurrieron al trabajo con productos naturales.



Los ganadores del Premio Nobel de Medicina 2015 son el microbiólogo irlandés William Campbell, el japonés Satoshi Omura y la farmacóloga china Youyou Tu. Los tres fueron reconocidos por sus descubrimientos de antiparasitarios, hallazgos que ayudaron a salvar la vida de millones de personas. 
Los profesionales distinguidos, mayores de 80 años todos, han trabajado gran parte de sus vidas con productos naturales para tratar enfermedades de la pobreza.

Esteban Serra, profesor asociado de Parasitología, en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR, señala como dato sobresaliente que el Nobel de Medicina distinga a “profesionales que han hecho descubrimientos y aportes para el tratamiento de enfermedades poco ‘atractivas’ desde el punto de vista del Primer Mundo. A la vez, se está premiando trabajos científicos hechos con productos naturales, un campo poco reconocido hasta ahora por el universo de la investigación científica”.

Para la profesora Susana Zacchino, directora académica del área Farmacognosia y directora de la especialización en plantas medicinales de la misma casa de altos estudios, “se trata de una gran noticia para toda la comunidad”, ya que según su opinión es destacable que “el Premio Nobel de Medicina 2015 haya tenido como protagonistas a dos productos naturales: avermectina, un compuesto aislado del microorganismo del suelo streptomyces avermitilis; y artemisinina, un compuesto aislado de la planta artemisia annua L. (asteraceae)”.

Zacchino, quien además es directora del proyecto “Búsqueda y desarrollo de productos naturales con actividad antifúngica a partir de plantas medicinales de Latinoamérica”, agrega que “ambos compuestos constituyen nuevas terapias para el tratamiento de enfermedades parasitarias desatendidas, como la oncocercosis y la filariasis linfática (avermectina) y la malaria (artemisinina)”.
“Estas enfermedades tienen una prevalencia desproporcionada sobre poblaciones pobres que viven en comunidades marginadas. Los descubrimientos de estos investigadores han transformado los tratamientos de enfermedades parasitarias, y su impacto global es enorme, ya que apunta a mejorar la vida de millones de personas”, destaca Ricardo Furlán, investigador principal de Conicet en el Instituto para el Descubrimiento de Fármacos de Rosario (Conicet- Universidad Nacional de Rosario) y profesor adjunto del área Farmacognosia de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR.

“Los premiados, todos mayores de 80 años, coronan así toda una vida dedicada al descubrimiento de tratamientos de estas enfermedades que afectan a gran parte de la humanidad”, observa Susana Zacchino, y detalla: “El premio se dividió: la mitad, en forma conjunta, para William C. Campbell (Drew University, Madison, NJ, EE.UU.) y para el profesor Satoshi Omura (Kitasato University, Japón) por sus descubrimientos de una nueva terapia para las infecciones causadas por parásitos; y, la otra mitad, para Youyou Tu (Academy of Traditional Chinese Medicine) por sus descubrimientos de una nueva terapia contra la malaria”.

Esteban Serra, que es investigador principal del Conicet-IBR, pone el acento sobre dos hechos: por un lado, “el desarrollo de la mayor parte de los fármacos actualmente en uso contra las enfermedades parasitarias se realizó durante las décadas de 1970 y 1980”.
Mientras que, por otro lado, agrega: “Estos trabajos, hoy distinguidos con el Nobel de Medicina, han sido realizados en laboratorios de investigación en productos naturales y química medicinal, los que fueron considerados, desde siempre, piezas menores dentro del universo de la investigación en ciencias biomédicas”.
Las enfermedades “desatendidas” u “olvidadas” afectan a millones de personas. Carecen de interés comercial, ya que las empresas multinacionales dedicadas a la investigación y síntesis de nuevos fármacos, al requerir inversiones cuantiosas que exigen un rápido retorno, necesitan mercados, no sólo numerosos, sino solventes. Los productos de síntesis requieren, además de cifras millonarias, tiempo: alrededor de los diez años teniendo en cuenta que, de varios miles de moléculas, tan sólo unas pocas, que pueden ser contadas con los dedos de una mano, se coronarán como fármacos eficaces.

La vacancia necesariamente debe ser cubierta por los estados nacionales, siempre que prioricen educación e investigación básica para hacer frente a las enfermedades que afectan a millones de habitantes de las zonas marginales. Que la Academia Sueca haya destacado a investigadores que trabajan sobre estas enfermedades no sólo es un aliciente, sino una buena motivación para que los países de los márgenes diseñen sus prioridades a partir del conocimiento y la investigación.
“El descubrimiento de artemisinina como un potente antimalárico, a partir de una planta usada en la medicina tradicional china, demuestra el potencial de los conocimientos de la medicina tradicional para el descubrimiento de nuevos fármacos y también la importancia de las drogas derivadas de plantas para terapias de enfermedades que acosa a buena parte de la humanidad”, enfatiza Zacchino, quien agrega: “Actualmente, las terapias combinadas que contienen artemisinina y derivados son los principales pilares para el tratamiento de la malaria. El hecho de que avermectina y artemisinina sean productos naturales es una muy buena señal y un evento de gran importancia que refuerza fuertemente que un porcentaje considerable de drogas establecidas hoy en día en la práctica clínica derivan de los recursos naturales. Es también un hecho que incentiva a la comunidad científica de nuestro país a redoblar sus esfuerzos en la búsqueda de nuevas moléculas bioactivas a partir de la gran biodiversidad que ofrece la naturaleza en nuestro país y en toda Latinoamérica”.

—¿Qué se hace en Rosario?
—Ricardo Furlán coloca el foco sobre las líneas de investigación que, sobre el tema, se están desarrollando en la ciudad: “Una de nuestras líneas de investigación es estudiar productos naturales como material de partida para sintetizar moléculas útiles para el tratamiento de ciertas patologías. Nosotros, además de hacer eso, también hemos puesto a punto una estrategia con la que buscamos transformar esas mezclas, que son extractos de plantas, agregándoles algunas funcionalidades que sabemos que pueden mejorar sus propiedades biológicas”.
—¿Dónde las ensayan?
—Tenemos una serie de ensayos montados en el laboratorio, y además trabajamos en colaboración con otros grupos de investigación para ampliar el espectro. En cuanto a enfermedades infecciosas, actualmente estamos trabajando con el grupo del doctor Esteban Serra buscando potenciales antiparasitarios, y con el grupo de la doctora García Vescovi buscamos antibacterianos. En investigación de fármacos, las primeras comprobaciones son in vitro, lo que se busca es un blanco: un proceso biológico que se dé dentro del parásito y que no se dé dentro de las células humanas. Allí se identifica algo que siendo vital para el parásito nos permite focalizarlo como blanco para atacar pero que, en principio, no le causa daño a quien aloja al parásito, en este caso, el humano o animal portador del mismo. En el laboratorio se aísla ese proceso bioquímico blanco en un tubo de vidrio; y entonces buscamos compuestos naturales que inhiban ese proceso que es vital para el parásito.
—Con esto, ¿qué buscan?
—Encontrar venenos. Hay muchos compuestos que son tóxicos. De este modo, en una etapa temprana, vamos a encontrar compuestos que tengan como blanco esos procesos que son vitales para el parásito y que se encuentran ausentes en la célula de los pacientes que son portadores del parásito.
—¿Qué han logrado?
—Tenemos la metodología para generar un gran número de moléculas. Y hemos comenzado a aplicar esta estrategia en procesos biológicos relacionados a enfermedades causadas por parásitos, responsables de las enfermedades llamadas “desatendidas”. Lo que buscamos es desarrollar moléculas que tengan como blanco la inhibición de procesos biológicos que favorecen la multiplicación de agentes microbianos, gérmenes y parásitos causantes de enfermedades, algunas de las cuales son endémicas en muchas zonas de nuestro continente. Más allá de la enfermedad, nuestra urgencia es identificar moléculas que afecten selectivamente blancos terapéuticos novedosos. Allí es donde trabajamos. Buscamos en extractos de plantas naturales y les agregamos en el laboratorio, grupos químicos que éstos no poseen, generando nuevas moléculas para probar en los diferentes blancos y analizar su efectividad, observando que carezcan de actividad tóxica para la célula humana. Tenemos la metodología; hay que aplicarla. Un grupo en Japón está aplicando nuestra estrategia para buscar moléculas con potencial para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer. Otros grupos, en el mundo, lo están comenzando a aplicar para buscar moléculas para otras patologías”.

Los estados que apuntan a disolver los lazos que los atan a la dependencia saben hoy que no pueden darse el lujo de quitarle prioridad a la investigación científica, cuyo desarrollo genera conocimiento nuevo.

Por Antonio Capriotti

FUENTE: Diario EL CIUDADANO


martes, 29 de septiembre de 2015

El padre Pedro Opeka: Un argentino que rescató a 500.000 personas de la pobreza extrema en África

Por Mariano Gavira

Candidato al Nobel de la Paz.

El padre Pedro Opeka llegó a África a los 22 años, después de su ordenación. Allí quedó impactado por la cantidad de gente que vivía de la basura. Y decidió hacer algo: terminó armando una verdadera ciudad, con 17 barrios, 5 guarderías y 4 escuelas.



Cuando tenía 10 años ayudaba a su padre a levantar paredes en la construcción. A los 14 ya había leído la Biblia. A los 17 conoció lo que era la pobreza de los Mapuches del Sur y les construyó una casa para que se resguardasen del frío. A los 22 viajó a Madagascar, uno de los países más pobres de África, y se instaló para siempre. Allí rescató a más de medio millón de personas que vivían de la basura, creó pueblos y colegios y hoy es considerado el “Albañil de Dios”. Su nombre es Pedro Opeka y este año fue propuesto como candidato para Premio Nobel de la Paz.

El Padre Pedro recibe a su entrevistador en su casa de Ramos Mejía, donde ahora vive un hermano que está enfermo y al que vino a visitar por una semana. La casa parece un museo: hay fotos de él en Africa, libros, condecoraciones. Pedro tiene ojos celestes y barba blanca, de su cuello cuelga una cruz desde hace 30 años. Gesticula, sonríe y algunas palabras se le patinan producto de hablar cinco idiomas.
“Nadie es profeta en su tierra”, dice una de sus hermanas. En Argentina muy pocos lo conocen, pero en el mundo circulan más de 10 libros sobre su obra y su trabajo quedó registrado en 7 documentales, incluido uno de Jacques Cousteau. También lo llaman “La Madre Teresa con pantalones”, “Soldado de Dios”, “El Santo de Madagascar” o “El apóstol de la basura”.
A los 22 años la congregación de San Vicente de Paul le ofreció viajar a Madagascar, y no dudó. En ese lugar conoció la miseria: “Cuando llegué a Antananarivo, la capital, vi miles y miles de personas que vivían de uno de los basurales más grandes del mundo. Esa noche no dormí y le pedí a Dios que me de fuerzas para rescatarlos de ahí”.



Y eso hizo. Volvió a Argentina para ordenarse sacerdote en Luján y marchó a su lugar en el mundo con los humildes. Le tomó tiempo ganar la confianza del pueblo y utilizó el fútbol para acercarse a la población y romper con el estigma de ser el único blanco. En 1990, puso la primera piedra en Akamasoa (que significa “Los buenos amigos” en el idioma malgache), un lugar para los pobres. Para quedarse a vivir allí solo es necesario trabajar, enviar los hijos al colegio y respetar las normas básicas de convivencia. Akamasoa se convirtió en una gran ciudad, con 17 barrios y 25 mil personas; el 60% menores de 15 años. Hay 5 guarderías, 4 escuelas, un liceo para mayores y 4 bibliotecas. En total, 10 mil los escolarizados.




Este año el Padre Pedro fue propuesto como candidato al Nobel de la Paz, pero no olvida ni Argentina ni políticos: “Los planes sociales son lo peor que se le puede hacer a un pobre. El asistencialismo debe existir siempre con trabajo. El que no trabaja que no coma”, asegura y opina: “El país lo veo estancado, sin haber crecido. Argentina, que puede darle de comer a toda Africa, no puede tener gente con hambre”. Opeka dice que no hay que sacar las villas, sino embellecerlas: “Las personas que viven ahí sienten ese lugar como propio, se debe fomentar la idea de que las casas son su hogar y que cuanto más lindas estén de una manera más digna van a poder vivir”.

Fuente: Diario Clarin
http://www.clarin.com/sociedad/Cura-argentino-hambre-Africa-Opeka_0_1386461385.html