El Nobel de Medicina de este año se repartió entre tres
investigadores que recurrieron al trabajo con productos naturales.
Los ganadores del Premio Nobel de Medicina 2015 son el
microbiólogo irlandés William Campbell, el japonés Satoshi Omura y la
farmacóloga china Youyou Tu. Los tres fueron reconocidos por sus
descubrimientos de antiparasitarios, hallazgos que ayudaron a salvar la vida de
millones de personas.
Los profesionales distinguidos, mayores de 80 años todos,
han trabajado gran parte de sus vidas con productos naturales para tratar
enfermedades de la pobreza.
Esteban Serra, profesor asociado de Parasitología, en la Facultad
de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR, señala como dato
sobresaliente que el Nobel de Medicina distinga a “profesionales que han hecho
descubrimientos y aportes para el tratamiento de enfermedades poco ‘atractivas’
desde el punto de vista del Primer Mundo. A la vez, se está premiando trabajos
científicos hechos con productos naturales, un campo poco reconocido hasta
ahora por el universo de la investigación científica”.
Para la profesora Susana Zacchino, directora académica del
área Farmacognosia y directora de la especialización en plantas medicinales de
la misma casa de altos estudios, “se trata de una gran noticia para toda la
comunidad”, ya que según su opinión es destacable que “el Premio Nobel de
Medicina 2015 haya tenido como protagonistas a dos productos naturales:
avermectina, un compuesto aislado del microorganismo del suelo streptomyces
avermitilis; y artemisinina, un compuesto aislado de la planta artemisia annua
L. (asteraceae)”.
Zacchino, quien además es directora del proyecto “Búsqueda y
desarrollo de productos naturales con actividad antifúngica a partir de plantas
medicinales de Latinoamérica”, agrega que “ambos compuestos constituyen nuevas
terapias para el tratamiento de enfermedades parasitarias desatendidas, como la
oncocercosis y la filariasis linfática (avermectina) y la malaria
(artemisinina)”.
“Estas enfermedades tienen una prevalencia desproporcionada
sobre poblaciones pobres que viven en comunidades marginadas. Los
descubrimientos de estos investigadores han transformado los tratamientos de
enfermedades parasitarias, y su impacto global es enorme, ya que apunta a
mejorar la vida de millones de personas”, destaca Ricardo Furlán, investigador
principal de Conicet en el Instituto para el Descubrimiento de Fármacos de
Rosario (Conicet- Universidad Nacional de Rosario) y profesor adjunto del área
Farmacognosia de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR.
“Los premiados, todos mayores de 80 años, coronan así toda
una vida dedicada al descubrimiento de tratamientos de estas enfermedades que
afectan a gran parte de la humanidad”, observa Susana Zacchino, y detalla: “El
premio se dividió: la mitad, en forma conjunta, para William C. Campbell (Drew
University, Madison, NJ, EE.UU.) y para el profesor Satoshi Omura (Kitasato
University, Japón) por sus descubrimientos de una nueva terapia para las
infecciones causadas por parásitos; y, la otra mitad, para Youyou Tu (Academy
of Traditional Chinese Medicine) por sus descubrimientos de una nueva terapia
contra la malaria”.
Esteban Serra, que es investigador principal del
Conicet-IBR, pone el acento sobre dos hechos: por un lado, “el desarrollo de la
mayor parte de los fármacos actualmente en uso contra las enfermedades
parasitarias se realizó durante las décadas de 1970 y 1980”.
Mientras que, por otro lado, agrega: “Estos trabajos, hoy
distinguidos con el Nobel de Medicina, han sido realizados en laboratorios de
investigación en productos naturales y química medicinal, los que fueron
considerados, desde siempre, piezas menores dentro del universo de la
investigación en ciencias biomédicas”.
Las enfermedades “desatendidas” u “olvidadas” afectan a
millones de personas. Carecen de interés comercial, ya que las empresas
multinacionales dedicadas a la investigación y síntesis de nuevos fármacos, al
requerir inversiones cuantiosas que exigen un rápido retorno, necesitan
mercados, no sólo numerosos, sino solventes. Los productos de síntesis
requieren, además de cifras millonarias, tiempo: alrededor de los diez años teniendo
en cuenta que, de varios miles de moléculas, tan sólo unas pocas, que pueden
ser contadas con los dedos de una mano, se coronarán como fármacos eficaces.
La vacancia necesariamente debe ser cubierta por los estados
nacionales, siempre que prioricen educación e investigación básica para hacer
frente a las enfermedades que afectan a millones de habitantes de las zonas
marginales. Que la Academia Sueca haya destacado a investigadores que trabajan
sobre estas enfermedades no sólo es un aliciente, sino una buena motivación
para que los países de los márgenes diseñen sus prioridades a partir del
conocimiento y la investigación.
“El descubrimiento de artemisinina como un potente
antimalárico, a partir de una planta usada en la medicina tradicional china, demuestra
el potencial de los conocimientos de la medicina tradicional para el
descubrimiento de nuevos fármacos y también la importancia de las drogas
derivadas de plantas para terapias de enfermedades que acosa a buena parte de
la humanidad”, enfatiza Zacchino, quien agrega: “Actualmente, las terapias
combinadas que contienen artemisinina y derivados son los principales pilares
para el tratamiento de la malaria. El hecho de que avermectina y artemisinina
sean productos naturales es una muy buena señal y un evento de gran importancia
que refuerza fuertemente que un porcentaje considerable de drogas establecidas
hoy en día en la práctica clínica derivan de los recursos naturales. Es también
un hecho que incentiva a la comunidad científica de nuestro país a redoblar sus
esfuerzos en la búsqueda de nuevas moléculas bioactivas a partir de la gran
biodiversidad que ofrece la naturaleza en nuestro país y en toda
Latinoamérica”.
—¿Qué se hace en Rosario?
—Ricardo Furlán coloca el foco sobre las líneas de
investigación que, sobre el tema, se están desarrollando en la ciudad: “Una de
nuestras líneas de investigación es estudiar productos naturales como material
de partida para sintetizar moléculas útiles para el tratamiento de ciertas
patologías. Nosotros, además de hacer eso, también hemos puesto a punto una
estrategia con la que buscamos transformar esas mezclas, que son extractos de
plantas, agregándoles algunas funcionalidades que sabemos que pueden mejorar
sus propiedades biológicas”.
—¿Dónde las ensayan?
—Tenemos una serie de ensayos montados en el laboratorio, y
además trabajamos en colaboración con otros grupos de investigación para
ampliar el espectro. En cuanto a enfermedades infecciosas, actualmente estamos
trabajando con el grupo del doctor Esteban Serra buscando potenciales
antiparasitarios, y con el grupo de la doctora García Vescovi buscamos
antibacterianos. En investigación de fármacos, las primeras comprobaciones son
in vitro, lo que se busca es un blanco: un proceso biológico que se dé dentro
del parásito y que no se dé dentro de las células humanas. Allí se identifica
algo que siendo vital para el parásito nos permite focalizarlo como blanco para
atacar pero que, en principio, no le causa daño a quien aloja al parásito, en
este caso, el humano o animal portador del mismo. En el laboratorio se aísla
ese proceso bioquímico blanco en un tubo de vidrio; y entonces buscamos
compuestos naturales que inhiban ese proceso que es vital para el parásito.
—Con esto, ¿qué buscan?
—Encontrar venenos. Hay muchos compuestos que son tóxicos.
De este modo, en una etapa temprana, vamos a encontrar compuestos que tengan
como blanco esos procesos que son vitales para el parásito y que se encuentran
ausentes en la célula de los pacientes que son portadores del parásito.
—¿Qué han logrado?
—Tenemos la metodología para generar un gran número de
moléculas. Y hemos comenzado a aplicar esta estrategia en procesos biológicos
relacionados a enfermedades causadas por parásitos, responsables de las
enfermedades llamadas “desatendidas”. Lo que buscamos es desarrollar moléculas
que tengan como blanco la inhibición de procesos biológicos que favorecen la
multiplicación de agentes microbianos, gérmenes y parásitos causantes de
enfermedades, algunas de las cuales son endémicas en muchas zonas de nuestro
continente. Más allá de la enfermedad, nuestra urgencia es identificar
moléculas que afecten selectivamente blancos terapéuticos novedosos. Allí es
donde trabajamos. Buscamos en extractos de plantas naturales y les agregamos en
el laboratorio, grupos químicos que éstos no poseen, generando nuevas moléculas
para probar en los diferentes blancos y analizar su efectividad, observando que
carezcan de actividad tóxica para la célula humana. Tenemos la metodología; hay
que aplicarla. Un grupo en Japón está aplicando nuestra estrategia para buscar
moléculas con potencial para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer.
Otros grupos, en el mundo, lo están comenzando a aplicar para buscar moléculas
para otras patologías”.
Los estados que apuntan a disolver los lazos que los atan a
la dependencia saben hoy que no pueden darse el lujo de quitarle prioridad a la
investigación científica, cuyo desarrollo genera conocimiento nuevo.
Por Antonio Capriotti
FUENTE: Diario EL CIUDADANO