Desde el año 2005, en la Escuela Nº 1027 Luisa Mora de
Olguín de barrio Ludueña en la ciudad de Rosario (Argentina), un grupo de docentes
luchan contra la marginalidad y la desigualdad, mediante la enseñanza de varios
talleres de música; logrando conformar una orquesta en la que participan un
centenar de chicos de una de las zonas más castigadas de la ciudad.
Donde el asfalto termina
en la calle Humberto Primo al 2400, corazón de Ludueña, los sonidos del
ferrocarril empiezan a combinarse con el
dulce trinar de los violines. En este lugar, la música trae la esperanza y la posibilidad
de sentir que el futuro no es
inalcanzable.
Este humilde establecimiento más conocido en el barrio como
“la escuelita Salesiana del padre Edgardo Montaldo”, apostó a los niños de su
comunidad y confió en el proyecto de la docente de música Derna Isla: conformar una orquesta escuela.
La Escuela Orquesta en uno de sus recitales
“Empezamos este trabajo en el 2001 en el barrio República de
la Sexta, pero no prosperó. En ese momento, comencé a visitar varios establecimientos
de la ciudad de Rosario y así fue, como nos abrieron las puertas de la escuela Luisa Mora de Olguín, en la que desempeñamos
este trabajo desde el 2005” , y agrega: “Fueron muy predispuestos, en lo
humano sobre todo. Vimos que había mucho compromiso del personal docente,
también quiero destacar la libertad que nos dieron para trabajar desde el
primer día que trajimos el ofrecimiento”, concluye.
Los salesianos dieron el visto bueno a la propuesta y la
profesora Derna Isla decidió acercase a
una reunión de Presupuesto Participativo y proponer a las autoridades del
Distrito Noreste la posibilidad de que el proyecto participara de la votación.
En ese momento se presentaron
más de sesenta ofertas distintas, además
de la ya mencionada, que incluían: barrido, bacheo e iluminación, entre otras.
La escuela obtuvo el quinto lugar con un importante caudal de votos por parte
de los participantes de la asamblea de vecinos. No obstante, antes de obtener este subsidio, la
orquesta ya funcionaba con tres talleres (viola, violín, violonchelo) y se solventaba
con un pequeño subsidio de ochocientos pesos otorgado por el municipio, que se repartía
entre las tres docentes que dictaban los cursos. En el 2005 contaban con pocos instrumentos
que provenían de donaciones de empresas y particulares. Este es el caso de un
violín que fue dejado en la escuela por una persona que no quiso brindar
demasiados datos. “Lo único que sabemos es que lo donó un señor de San Lorenzo, no tenemos más datos
que esos, cuando vino no quiso decir ni siquiera su nombre”, afirma Fernanda Sosa, docente y educadora.
Más tarde, mediante el Presupuesto Participativo 2006, pudieron ampliar su
caudal instrumental, sumando instrumentos de percusión y dos contrabajos.
Hoy, el presupuesto cubre/ solventa: el
pago de los docentes, la movilidad de la orquesta, las meriendas y lo más trascendental,
un seguro de niños y adultos; requisito sumamente importante para poder funcionar.
“Algo muy significativo para destacar que después de varias charlas
con la diputada Mónica Fein (actual intendenta de Rosario) se comprometió a la
donación de dos cornos lo que es sumamente gratificante para todos nosotros”,
agrega la profesora Isla.
La escuela orquesta funciona en contra turno a las
actividades curriculares y está coordinada por el maestro de grado o educador el
cual se mueve como tutor de los chicos y es quien está más en contacto con los papás. En
este momento, la institución posee nueve talleres por la tarde y tres talleres
por la mañana, divididos en seis módulos de dos clases por alumno. Ellos son: de
filas de instrumentos, cámara en la que se juntan con otros chicos en grupos
reducidos, audioperceptiva, en el que aprenden lenguaje musical y por último, el ensayo general con los niños
que están en condiciones de tocar el repertorio. El mismo es propuesto por los
docentes y quien está a cargo de las clases de audioperceptiva y se encarga con
más precisión de este tema es la profesora Cecilia Giraudo quien afirma que:
“Realmente a los chicos les interesa el folclore más que nada. Esperábamos que
en algún momento propongan otro tipo de música, pero aceptan el repertorio
amablemente. En sus hogares, una de las cosas que se escucha es folclore sobre todo chámame y a veces, surge una que
otra cumbia, pero no es lo más común”. La mayoría de estos chicos no vienen de
familias en donde la música sea algo importante, en algunas suele haber
instrumentos de papás o hermanos que
podrían denominarse músicos autodidactas.
En muchos casos, algunos chicos llegan a la escuela sin
saber lo qué es una orquesta. “Una de las historias que quiero remarcar es que
algunos chicos conocieron determinados instrumentos en este lugar, como el caso
del violonchelo que si no fuera por venir acá las posibilidades de saber cómo
es este instrumento son muy escasas”,
comenta Giraudo.
Para las docentes cada chico es un gran músico y lo importante no es cuan bueno
pueda ser con su instrumento. Lo más
valedero, es que sean buenas personas. El instrumento pasa a ser, en este caso,
un pretexto para vincular a los chicos con una herramienta que los haga sentirse capaces de cumplir con un objetivo:
“Lo que se veía muy comúnmente acá es que los chicos no
tenían sueños. Cuando les preguntabas que querían ser de grandes no había respuestas.
La aparición de la orquesta cambió las expectativas no sólo de los chicos sino también,
de los padres. Hoy tienen deseos y eso me llena de alegría”, se emociona
Fernanda Sosa.
El hecho que los chicos puedan ver que existen otras cosas,
de conocer lugares y de abrirles el camino es un compromiso incesante de estas educadoras
que cuentan que los niños agradecen la posibilidad de conocer diversos teatros
y lugares, que de otra forma hubiesen sido inalcanzables.
“Una linda anécdota es cuando fuimos a teatro el Círculo y
una de las abuelas, imaginó conmovida, el momento en el que su nieto tocase
ahí. Era emocionante ver las caras de los familiares al contemplar un teatro
tan imponente”, relata la Directora General
Gloria Machado.
Uno de los testimonios que cala en lo más hondo de los corazones,
es como mediante la
orquesta los pequeños y sus padres sienten la necesidad de juntarse,
agruparse y trabajar por el bien común de todos ellos. Es, realmente,
reconfortante escuchar relatos sobre
instrumentos comprados por los papás
con enorme esfuerzo como: vendiendo huevos, planchando por horas e
incluso, cartoneando.
“Es increíble lo contentos que se ponen cuando tienen su instrumento.
El otro día una de
las nenas vino emocionada a mostrarme el violín que le había
traído Papa Noel. Era enorme la algarabía de la chiquita cuando nos relataba la
situación y como había llegado el instrumento a su casa” menciona su Directora General
Gloria Machado.
Muchos casos han trascendido los muros de la escuela y
resuenan en otras formaciones y orquestas. Este es el caso de Mara Torres,
profesora de percusión, que en muchos
casos tuvo la grata satisfacción de compartir escenario con
sus alumnos fuera de la estructura de la orquesta de Ludueña: “Yo formo parte
de la Orquesta Juvenil de la Escuela Municipal de Música y en muchas ocasiones,
participaron algunos de mis alumnos. Uno de estos chicos, tocó con nosotros en el teatro
Príncipe de Asturias el año pasado. Si bien acá es mi alumno, en la otra orquesta deja
de serlo para pasar a ser un compañero mas”.
En un barrio tan cercano a la zona céntrica de la ciudad de
Rosario, pero tan alejado de esa misma realidad urbana. Lugar, en donde el
barro es parte del paisaje y la falta de
recursos una pregunta diaria.
Existe gente que cree en lo imposible y hace que estos
niños, estos violines de Becho sientan amor por algo. En los dedos de estos
niños parecen resonar las palabras de Zitarrosa:
“Becho tiene un violín que no
ama,
pero siente que el violín lo llama;
por la noche como arrepentido,
vuelve a amar ese triste sonido”.
FUENTE: http://www.con-tacto.org
www.escuelaorquestaros.com.ar
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