domingo, 24 de diciembre de 2023

Tregua de Navidad de 1914 - ¡Milagro!

Estamos en el frente de Flanders (Bélgica), por un lado la trinchera alemana, por el otro la trinchera británica y escocesa, cercano a ella un grupo francés. Los bandos se encuentran separados unos 50 metros en la llamada "tierra de nadie", cada trinchera está alerta para disparar con francotiradores al menor movimiento del enemigo. Es la noche del 24 de diciembre, la luna emerge en un cielo despejado por el viento e irradia una luminiscencia especial por sobre el frío de las trincheras, los ingleses advierten una luz, luego otra y otra que se va encendiendo en la trinchera alemana, son velas colocadas en las puntas de las bayonetas y en abundantes arbolitos de Navidad que el frente germano recibió para conmemorar esa fecha. Quedan expuestos los soldados alemanes al certero disparo del rival. Los ingleses miran y no disparan, están abstraídos por lo que ven. Aparecen carteles escritos desde la trinchera alemana, son de saludos navideños al “enemigo”, quien responde con otros escritos similares. De repente, desde el lado alemán, una hermosa voz de tenor rompe el silencio, entona "Stille Nacht" al que acompaña la armónica tocada por un soldado. El tenor, mientras canta, se levanta y es un blanco perfecto para abatir. Nadie le disparó, por el contrario, un gaitero escocés le responde siguiendo la inspirada melodía con su gaita, finaliza el villancico y en las trincheras de ambos bandos hay vítores y aplausos. El escocés con la gaita entona ahora un villancico popular británico, "La Primera Navidad", el alemán, soldado tenor, lo canta en inglés, mientras canta toma un árbol de navidad con velas encendidas y sale hacia la "tierra de nadie", lo hace cantando y camina a la trinchera enemiga, el gaitero a su vez sale a saludar al alemán y, en ese mágico instante, cual unitaria orden mental, oficiales de ambos bandos salen a descampada, se saludan y lo propio hace la tropa para saludarse entre ellos cual unitario grupo fraterno. Esa noche comparten la Navidad en las fogatas mostrando al rival fotos de su familia e intercambian obsequios. Al día siguiente se acuerda dar sepultura a los muertos que permanecían abandonados. Juntos alemanes, ingleses, escoceses y franceses, cavan las tumbas una al lado de otra sin importar la nacionalidad del combatiente muerto. Un sacerdote capellán escocés acompañado por un monaguillo alemán ofrece la misa de difuntos comunitaria que lo fue para todos por igual. Después del intercambio de cigarrillos, un soldado escocés aparece con un balón de fútbol, y hubo un partido. Los arcos fueron delineados con sus gorros. A los alemanes les llamó la atención ver jugar a los escoceses con sus faldas y apreciar que debajo de ellas no llevaban ropa interior. Los alemanes ganaron 3 a 2. Esta no fue una tregua oficial emanada desde arriba por un acuerdo entre los altos mandos militares, esta Tregua surgió desde abajo, lo hizo de manera espontánea por algo que muchos no logran entender. La magia suprasensorial supera el entendimiento racional que, a pesar del silencio oficial y maniobras para ocultar lo sucedido, no pueden negar lo que allí sucedió y que igual se supo.



 
El capitán C.I. Sockwell de los Royal Welsh Fusiliers dice que:
Después de una verdadera Noche de Paz disparé tres veces al aire el 26 de Diciembre a las 8:30 AM me dirigí hacia las trincheras. Un oficial alemán que intercambió regalos conmigo la noche anterior también apareció en una trinchera. Nos inclinamos en reverencia, saludamos y descendimos de regreso a nuestras trincheras. Unos minutos más tarde se escuchó al oficial alemán disparar dos veces al aire. Estábamos en guerra nuevamente.

Graham Williams, de 21 años, fusilero de la Brigada de Londres relata:
Fue como si un telón estuviera a punto de levantarse ante un milagro. Se advirtió sobre una luz en el este, encima de las trincheras alemanas, demasiado baja para ser una estrella. Nos sorprendió que nadie disparara contra ella. Vi entonces otra luz. Y luego otra. De pronto hubo luces a lo largo de las trincheras enemigas, hasta donde se alcanzaba ver. “¡Dios mío! ¡Los alemanes tienen árboles de Navidad!. Entonces, de una trinchera alemana a no más de 50 metros, el coro de voces de barítono más hermoso que había oído jamás empezó a entonar “Noche de Paz, Noche de Amor”. Al terminar el villancico, todo nuestro regimiento vitoreó a los alemanes y cantó a coro “La Primera Navidad”. Para la víspera de Año Nuevo, mientras estaba bombeando agua de la trinchera, de pronto veo a un alemán a mi lado, estaba ebrio, y llevaba una botella en cada mano. Le ordené que volviera a su trinchera. El alemán se negó. "Entonces tendré que llevarlo prisionero" le advertí. Como respuesta el alemán me ofreció un trago: "No quiero caer prisionero, sólo quiero ser tu amigo" fue su respuesta. Con ayuda de otro soldado, llevamos al enemigo ebrio de regreso a las líneas alemanas.

Para Albert Morens, un sobreviviente de la guerra:
Fue maravilloso poder caminar sin que le dispararan a uno. Si la tregua se hubiera prolongado otra semana habría sido muy difícil reiniciar la guerra. En este caso se habrían salvado casi nueve millones de hombres que morirían antes del Armisticio.

Leslie Walkington, un fusilero de 17 años, siendo ya comandante señaló una Gran Verdad:
Todo ocurrió espontáneamente, en forma muy misteriosa. Un espíritu más fuerte que el de la guerra prevaleció aquella noche.

El capellán, sacerdote escocés, hizo la misa comunitaria con la ayuda de un estudiante de teología alemán, misa fúnebre del día 25 de diciembre de 1914 luego de ser enterrados los muertos de ambos bandos cuyas tumbas se habían cavado una al lado de otra. Poco después ese sacerdote fue reprendido por el obispo dado que su religión no era compatible con el enemigo al que había que matar. El capellán le responde que esa noche él vio el verdadero significado del Mensaje de Jesucristo que era para TODOS por igual. Ignoro si siguió de sacerdote, colgó la sotana o murió como saldado en el frente de batalla, lo que sí sé es que su FE se fortaleció y mucho: Él vio la Luz...

Las cartas de ambos bandos pasaron por una rigurosa censura y se quemaron para que no se supiera la humillante noticia de esa "extraña" tregua navideña no oficial. Los batallones fueron trasladados a otros frentes más duros. El grupo alemán salió embarcado en un tren sin escalas rumbo al frente ruso, previo dejar la estación, dentro del vagón apiñados cual rebaño de animales, comenzaron a entonar el villancico que tocó el gaitero escocés y cantó el tenor alemán. Villancico que, en esa milagrosa tregua ellos habían aprendido a tararear. A pesar de las oficiales medidas de censura y control igual la noticia se filtró y tan solo pudieron entenderla los que de ese milagro de Paz, Perdón y Amor, participaron. Había que estar allí para comprender lo sucedido, quizá pueda ayudarnos a discernir el conocer algunos testimonios.

Para el escritor Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930) esa tregua fue:
Un espectáculo asombroso, un episodio humano en mitad de las atrocidades. Por eso es quizás la mejor historia de Navidad de los tiempos modernos.

El periodista alemán Michael Jürgs en su libro "La pequeña paz de la Gran Guerra" expone declaraciones de soldados alemanes que participaron en esa Tregua y nos dice:
Al principio es uno solo el que canta “Noche de paz, noche de amor”. La melodía del nacimiento de Cristo suena baja: perdida, se mece en el paisaje muerto de Flandes. Pero luego el canto comienza a encenderse como una ola sobre el campo, y “rifle contra rifle, desde la línea larga y oscura de las trincheras suena el todo duerme en derredor”. De este lado del campo, a cien metros de distancia, las posiciones de los británicos permanecen en silencio. Los soldados alemanes están de buen humor, canción a canción se alza un concierto de “miles de gargantas de hombres a derecha e izquierda”, hasta que se quedan sin aliento. Cuando se apaga el último tono, los de allá esperan un minuto y empiezan a aplaudir y a gritar “Good, old Fritz”, o “More, more”. Los alabados Fritzes contestan con “Merry Christmas” y “We not shoot, you not shoot”. “Nosotros no disparar, ustedes no disparar”. Y lo dicen en serio. Ponen velas sobre la punta de sus bayonetas, que sobresalen casi un metro por encima de las trincheras, y las encienden. Parecía la iluminación de un teatro, le escribirá un soldado inglés a sus padres. Con el escenario así iluminado, acaba de realizarse el ensayo general de la obra que se desarrollará en la frontera oeste durante los días siguientes. Acá y allá y en todas partes, desde el mar del norte hasta la frontera Suiza. El Intendente celestial produjo para Flandes las mejores condiciones metereológicas. Al caer la noche de este 24 de diciembre de 1914 –y la oscuridad ya llegaba a las cuatro y media de la tarde– el viento cambió de dirección. Un cielo estrellado “nos saludaba desde la casa del Todopoderoso” y la suave luz de la luna llena “prestaba al bello y amplio paisaje a lo Rembrandt de Flandes una impresión de agradable paz”. Gloria a Dios en las alturas, paz para los hombres en la tierra, anuncia el Evangelio para este día. Pero ante la evidente ausencia de una autoridad divina en la tierra, espontáneamente alemanes e ingleses (y, con mayor cautela, franceses y belgas) deciden no dispararse entre ellos. Nunca antes en la historia de una guerra surgió una paz así, de abajo. Esta gran historia de Navidad está formada por muchas pequeñas historias. Miles de cartas la describen detalladamente. Hay que contarlas todas. Sólo así ocurre el milagro.

El historiador inglés Malcom Brownen en su libro Christmas Truce (1984) puntualiza:
* Nunca antes en la historia de una guerra surgió una paz así, de abajo. Nunca más volvió a repetirse. En 1914 no hubo en la frontera uno o dos casos de paz, en realidad hubo un espontáneo movimiento pacifista a lo largo de cientos de kilómetros y miles participaron de él.
* Los alemanes de origen sajón, en lugar de tirar granadas de mano, tiraron tortas de chocolate. Los alemanes les tiraron regalos a los ingleses y recibieron a cambio galletas y corned beef, los otros querían principalmente queso, pan negro y bizcochos.
* Sin esperar respuesta, los soldados treparon al alba de sus trincheras. Al principio fueron cientos, pronto serían miles. Se encontraron en campos sembrados de muertos, llenos de pozos y cráteres, con enemigos a los que, dos días antes, les hubieran disparado de sólo verlos. La Tierra de nadie se convierte en la Tierra de todos.
* Aunque por orden de arriba la paz no duró mucho, el hecho de que haya tenido lugar es la mejor y más conmovedora historia de Navidad de nuestro tiempo.

Stanley Weintraub en su libro “Noche de Paz” escribe:
A pesar del constante fuego de ametralladora y bombardeos de artillería en el frente del Este, y aunque en algunos lugares las tropas de la primera línea se encontraban a apenas 50 metros de las líneas enemigas, los soldados de ambos lados recibieron cajas de regalo con comida y tabaco preparadas por sus gobiernos aquella Navidad. Los alemanes, que tenían una conexión directa por tierra con su país, pudieron enviar pequeños árboles de navidad y velas a sus tropas en el frente. Y aunque un cese al fuego por Navidad, propuesto por el Papa Benedicto XV, había sido rechazado por ambas partes como “imposible”, en la Nochebuena la ley de las “consecuencias imprevistas” comenzó a hacer su trabajo.

Letreros comenzaron a levantarse de las trincheras en diferentes formas. Usualmente estaban en inglés, o en un inglés fracturado por parte de los alemanes. Los alemanes supusieron que el otro bando no podría leer los caracteres góticos tradicionales, y que pocos ingleses comprendían el alemán hablado. “TU NO PELEAR, NOSOTROS NO PELEAR” (You no fight, we no fight) fue el mensaje más empleado por los alemanes. Algunas unidades británicas improvisaron letreros de “FELIZ NAVIDAD” y esperaron una respuesta. Más letreros aparecieron de lado y lado”.

Para Serafín Fanjul:
Escoceses, alemanes y franceses se identifican en la cruz; comparten liturgia, jaculatorias y creencias; todos se sienten conmovidos por las mismas melodías.

A pesar de la destrucción de correspondencia enviada desde el frente la cual fue quemada y la confiscación de las fotografías allí tomadas, para que no se conociera la militar deshonra de lo sucedido en plena guerra, antes de la oficial censura a la prensa, para la historia este simbólico testimonio logró quedar:
The Daily Mirror publicó el 8 de enero de 1915 esta foto
En ella soldados británicos y alemanes posan juntos fraternalmente
 para la foto de PAZ en la Navidad de 1914


El soldado Frank Richards en su diario de la guerra redactó:
Levantamos un pizarrón con 'Feliz Navidad' escrito. El enemigo también levantó uno igual. Dos de nuestros hombres arrojaron su equipo al suelo y saltaron para afuera de su parapeto con las manos sobre sus cabezas al mismo tiempo que dos de los alemanas hacían lo mismo; los dos nuestros caminaron para encontrarse con ellos. Se dieron las manos y entonces todos nosotros salimos de las trincheras y así mismo también hicieron los alemanes. La tregua terminó así como comenzó, por mutuo acuerdo.

Para el capitán Blackadder:
Ambos bandos avanzaron más lejos una visita a la trinchera enemiga durante la tregua de Navidad de lo que lo hicieron en los dos años y medio de guerra siguientes.

El sargento Mayor Frank Naden señaló:
En el día de Navidad un alemán salió de las trincheras con las manos en alto. Nuestros compañeros inmediatamente salieron de sus trincheras y los alemanes de ellas y nos encontramos en el medio y por el resto del día fraternizamos, cambiamos comida, cigarrillos y souvenirs. Los alemanes nos dieron algunas de sus salchichas y nosotros le dimos algunas de nuestras cosas. Los escoceses comenzaron a tocar sus gaitas y compartimos una rara alegría que incluyó un partido de fútbol con los alemanes. Los alemanes nos dijeron estar cansados de la guerra y deseaban que terminara. Al día siguiente recibimos la orden de que toda comunicación e intercambio amistoso con el enemigo debía cesar, pero nosotros no disparamos en todo el día y los alemanes no nos dispararon a nosotros.

El soldado W. Pentelow de la 1era Brigada de Rifles consignó a su hermana:
Tuvimos calma en Navidad y no hubo disparos. Las trincheras se llenaron de villancicos y canciones en Nochebuena. A veces los alemanes nos acompañaban y también nos vivaban. Ellos tenían unos pocos instrumentos y nos dieron algunas melodías. Ellos gritaron: Vengan Ingleses, nos encontraremos en el medio… Bueno, en Navidad salimos de nuestras trincheras, los encontramos en el medio del campo y los saludamos e intercambiamos cigarros. Tengo siete cigarros y varios cigarrillos de ellos. También les di a algunos de ellos mi dirección de la casa.

De un soldado:
Hoy hemos hecho una tregua, hemos salido de las trincheras, y hemos hablado y confraternizado con el enemigo de la trinchera de enfrente, y he visto que eran igual que nosotros, hombres horrorizados que odian esta guerra y a los que nos obligan a matarnos.

Rickmer dijo:
Tomamos una champaña en la "tierra de nadie", fumamos y conversamos. Fue un momento de hermandad en el sentimiento compartido de que debíamos parar esta guerra de una vez por todas. Los generales se enteraron después e hicieron todo lo posible para que algo así no volviera a ocurrir jamás.

Un inglés afirmó:
Estaba lleno de gente. Intercambiaron regalos de sus respectivos países. Hablamos alemán e inglés y nos entendíamos sin palabras. Nos señalábamos mutuamente dónde estaban colocadas las minas. No teníamos con nosotros ni un cuchillo.

Carl Mühlegg, a los 80 años relata:
Los soldados treparon de sus trincheras y se encontraron en la "tierra de nadie", soldados que no se hicieron nada y que no eran enemigos personales, que tenían padres, mujeres e hijos en casa y que ahora, en el milagro de Navidad, en el nacimiento de Cristo, se hacían regalos mutuamente e intercambiaban apretones de manos.

Comenta el general brigadier Edward Graf Gleichen:
Salieron de sus trincheras y caminaron alrededor con paquetes de cigarrillos, deseándose feliz Navidad. ¿Qué debían hacer nuestros hombres? ¿Disparar? No se puede disparar contra hombres desarmados.

Un soldado francés dejó escrito:
Queridos padres, no pueden creer las cosas que pasan acá en la guerra. Ni yo las hubiera creído de no haberlas visto con mi propios ojos. Anteayer se dieron la mano frente a nuestras trincheras alemanes y franceses. Increíble.

Un fusilero en carta a su madre le dice:
Si los soldados enemigos se hubieran entendido en la misma lengua y no sólo mediante cantos corales quién sabe, quizá se hubieran puesto de acuerdo rápidamente por sobre las trincheras: guerra estúpida. Vayámonos a casa. Mientras podamos ir y no que nos lleven.

El Sargento C. Lightfoot de la Compañia C, Regimiento 1ero de North Staffordshire escribió:
El día de Navidad vimos algo fuera de toda imaginación. Los alemanes dejaron sus trincheras y nosotros hicimos lo mismo. Nos encontramos a mitad de camino y deberías habernos visto estrechando sus manos, cambiando direcciones, souvenirs, etc. Nos llenaron de cigarros y tabaco. No hubo ni un disparo en todo el día de Navidad. Uno de nuestros hombres tocó una melodía y los alemanes bailaron y nos regalaron una muy buena canción.

Un oficial francés:
Hay que haber vivido esa noche para entenderla. Hay horas en las que uno puede olvidarse de que estamos acá para matar.



Un teniente mayor alemán:
Desde las fosas francesas, a unos cuarenta metros de distancia, aparece de pronto un quepi. Eh, camarade allemand, pas tirer, brout, brout, des cigarretes. Un mosquetero alemán salió enseguida de su fosa y gritó: Bonjour, Monsieur. Le tiró su pan negro y el francés sus cigarrillos.

El capitán alemán Josef Sewald consigna:
Hay que imaginarse, ¡al fin y al cabo estamos en guerra! En el primer día de Navidad había un peluquero que cortaba el pelo por un par de cigarrillos, no importa de dónde viniera el soldado, de un lado o del otro. Y más. muchos enemigos se cortaban mutuamente el pelo. A lo largo de todo ese 25 de diciembre de 1914 se repitieron escenas igual de disparatadas y encuentros absurdos en la frontera occidental de Flandes.

El capitán mayor Johannes Niemman relató:
Después de los cantos toda la guerra pareció hundirse en una suerte de paz burguesa, por todos lados se daban la mano... ¿Es que de pronto había estallado la paz? Enseguida estuve parado en el medio del tumulto. ¿Qué se podía hacer?

Cuenta Emil Curt Gumbrecht, de la quinta compañía del regimiento 104:
No suena un disparo en todo el día, y uno se pregunta si no es de esperar que pronto llegue la paz. Fue un golpe, como si la guerra hubiera acabado de repente. Los pájaros volvían de todas partes. Nunca vemos ninguno. A la tarde conté como cincuenta gorriones y les di de comer.

Percy Jones de la Brigada Westminster rememora que:
Los soldados alemanes y británicos se despidieron vacilantes con muchos apretones de manos y mutuos buenos deseos.

Testimonios al terminar la tregua:
Queridos camaradas, les tengo que informar que a partir de este momento tenemos prohibido reunirnos con ustedes allí afuera. Pero nosotros seguiremos siendo siempre sus camaradas. Si nos obligan a disparar, lo haremos siempre por arriba.

Gentlemen, nuestro coronel ha ordenado reiniciar el fuego a medianoche. Es un honor para nosotros informárselos.

En un juicio sumario un capitán del ejército británico fue condenado a muerte por su estado mayor por el delito de alta traición al "confraternizar con el enemigo" durante "la tregua de Navidad de 1914". Debió intervenir el rey Jorge de Inglaterra para que se le perdonara la vida evitando su fusilamiento...

Pasado los años alguien señaló:
Un espíritu más fuerte que la guerra surgió aquella noche. Diciembre de 1914… frío, claro y brillante. Las fronteras de los países desaparecieron cuando todos se unieron y decidieron no luchar.

Y otro así reflexionó:
Curioso hecho donde lo que nos une tuvo más fuerza que lo que pensamos nos separa, para alegría de unos, y desesperación de otros; que lamentablemente, son los que manipulan el mundo.



FUENTE:
http://mm2002.vtrbandaancha.net/_Tregua.html

No hay comentarios: