jueves, 12 de mayo de 2016

La foto de un abuelo junto a su nieto que conmueve a todos


La foto fue tomada y compartida por un taxista santiagueño, se viralizó e hizo reflexionar a todos sobre el sentido de la vida y la felicidad. Descubrí la historia.




"¿Cuál de los dos será más feliz con esto, el nieto o el abuelo?", se preguntó David Bukret, el taxista de Santiago del Estero (Argentina) que hizo famosos a un abuelo y a su nieto, quienes no imaginarían que iban a llamar tanto la atención en las redes sociales a lo largo y ancho del país.
"Pensé que escribir, o decir algo, estaría de más, o arruinaría la foto. Pero me pregunté: ¿Cuál de los dos será más feliz con ésto... el nieto o el abuelo? A la imagen la registré esta mañana (por el sábado) en Av. Colón (N). No hay semáforo, pero igual paré en medio de la calle, puse la baliza y les cedí el paso. Primero se negó a cruzar, indicándome el largo del trencito formado por diversos vehículos. Yo le hice señas para que se largue igual, y preparé mi cámara...¡Ellos tenían prioridad! Los autos que pararon detrás mio, podían también contemplar la escena. Sólo algunos "pesados" del fondo tocaban bocina. El resto tocó, pero saludando y disfrutando de un momento tan sublime, que quién sabe no se parezca al Paraíso", escribió el taxista.



Fuente: Diario La Capital
http://www.lacapital.com.ar/la-foto-un-abuelo-junto-su-nieto-que-conmueve-todos-n788229


lunes, 9 de mayo de 2016

Saint Exupéry en la Patagonia

Hace mas de 100 años, el 29 de junio de 1900 nacía en Lyon, Francia, Antoine de Saint Exupéry. El célebre autor de El Principito, estaba destinado a crear lazos de afecto, inspiración y amor con la Argentina, y en particular con nuestra Patagonia.



Saint Exupéry es uno de los escritores y viajeros famosos que han recorrido y reflejado en su obra esta porción del continente americano. Queremos recordar una pequeña porción de su vida, la que lo liga a esta región, tan lejana de su Francia natal, pero tan cercana en sus afectos, sus cartas y sus libros.

Saint Exupéry llegó a la Argentina el 12 de octubre de 1929, junto con Jean Mermoz y Guillaumet, sus compañeros en la aviación. Fue el fundador y primer piloto de la Aeroposta Argentina, la primera compañía de aviación del país. Esta línea estaba dedicada fundamentalmente al transporte de correspondencia, el negocio de la época, aunque también llevaba, esporádicamente, pasajeros. El primer vuelo se realizó el 20 de octubre de 1929, entre Buenos Aires y Comodoro Rivadavia. Las escalas fueron en San Antonio Oeste, cuyo Aeródromo lleva hoy el nombre de Saint Exupéry, y Trelew, donde se cuenta que nuestro piloto recogió una foca.



La impresión que le causaron los paisajes patagónicos aparece plasmada en su correspondencia. Leemos lo que escribe en una carta a su madre, intentando describir estos lugares desde el cielo:

"¡Qué bello país y cómo es de extraordinaria la Cordillera de los Andes! Me encontré a 6500 metros de altitud, en el nacimiento de una tormenta de nieve. Todos los picos lanzaban nieve como volcanes y me parecía que toda la montaña comenzaba a hervir..."

Sus funciones no se limitaban a los vuelos comerciales sino que también efectuó vuelos de reconocimiento, rondas de inspección y raids hasta Tierra del Fuego. Muchos de estos vuelos cotidianos, de 18 horas de duración, se realizaban de noche, lo que lo inspiró para comenzar a escribir, entre dos misiones, "un libro sobre el vuelo de noche", el que será finalmente Vuelo Nocturno, publicado a su regreso en Francia, en 1931.

En junio de 1930 se perdió en la cordillera su compañero Guillaumet, durante una tormenta. Por días y días, Saint Exupéry sobrevoló los Andes buscándolo o buscando alguna señal de él. Nadie quería acompañarlo en una excursión por tierra, ya que la sabiduría de los baqueanos dice que los Andes, en invierno, no devuelven a los hombres. Escribe, entonces, en una carta imaginaria a su amigo, que luego formará parte de su libro Tierra de Hombres:

"...Y cuando de nuevo me deslizaba entre los muros de los pilares gigantes de los Andes, me parecía que ya no te buscaba, sino que velaba tu cuerpo en silencio, dentro de una catedral de nieve..."

Increíblemente, después de cinco días de errar, el piloto fue encontrado sano y salvo. La historia de su travesía heroica en la cordillera, escuchada tantas veces por Saint Exupéry, está contada con lujo de detalles y poesía, en el mismo libro que mencionamos, Tierra de Hombres.

En enero de 1931, después de quince meses de estadía en nuestro país, volvió a Francia. Su propósito, en principio era simplemente tomarse unas vacaciones, las que serían aprovechadas para casarse con una joven, Consuelo Suncin, que le había sido presentada en Buenos Aires. Estando en Europa, la compañía Aeropostal Argentina se declaró en quiebra y Saint Exupéry ya no volvería a la Argentina.

En 1943 escribiría su obra corta más conocida: El Principito, donde una de sus ilustraciones sobre una boa que traga un elefante tendría un parecido bastante particular con la silueta de la Isla de los Pájaros...



Su novela Vol de Nuit (Vuelo nocturno), que habla sobre los inicios del Servicio Postal Aéreo Sudamericano, fue llevada la pantalla grande por la compañía Metro Goldwym Meyer.

Su avión

El Laté 25, el avión utilizado por Antonio de Saint Exupéry en la Aeropostal Argentina, llegó a nuestro país en 1929, piloteado por el propio Saint Exupéry, a pedido de Jean Mermoz. Después de casi cuarenta años de abandono, ha sido restaurado, a principios de este año, respetando, en la medida de lo posible, los materiales originales de su construcción. Fue presentado en el mes de abril en los hangares de la Fuerza Aérea de la ciudad de Quilmes, Provincia de Buenos Aires, y allí se encuentra expuesto al público en general.



Este avión es un monoplano que podía transportar una tonelada de mercadería y recorrer una media de 5.000 km. sin dificultades. Puede servirnos como ejemplo del adelanto técnico que representaba para la época el saber que unía Buenos Aires con Comodoro Rivadavia a una velocidad promedio de 174 km/h.

Entre las travesías más importantes que lo tuvieron como protagonista figura la inauguración de la ruta Bahía Blanca-Río Gallegos, dos ciudades que hasta entonces sólo podían unirse por mar.

Para terminar, sólo podemos añadir una frase de Jean Canesi, un autor francés que está de acuerdo con los comentaristas que dicen que fue en la Patagonia donde Saint Exupéry concibió el personaje de El Principito:

"En realidad no sería nada sorprendente, pues en esta región primitiva es muy fácil dormirse a mil leguas de cualquier lugar habitado, en el polvo, entre las manadas de ovejas y despertarse una mañana con una vocecita que nos dice "Por favor, ¡dibújame una Patagonia!"


Por Marita Alasio


FUENTE: PATAGONIA-ARGENTINA.com
http://www.patagonia-argentina.com/e/content/saintexupery.php

Entrevista a un Tuareg:"Tú tienes el reloj, yo tengo el tiempo"

Entrevista realizada por Víctor M Amela a Moussa Ag Assarid 
No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...
Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo
- ¡Qué turbante tan hermoso...!
- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.
- Es de un azul bellísimo...

- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...
- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.
- ¿Por qué?
- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.
- ¿Quiénes son los tuareg?
- Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.
- ¿Cuántos son?
- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.
- ¿A qué se dedican?
- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...
- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?
- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?
- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!
- ¿Sí? No parece muy estimulante. ..
- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.
- Saber eso es valioso, sin duda...
- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!
- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?
- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!
- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...
- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...
- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.
- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?
- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...
- ¿Tanto como eso?
- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos..... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.
- ¿Qué pasó con su familia?
- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros... Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...
- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo....
- Y lo logró.
- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.
- ¡Un tuareg en la universidad. ..!
- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.
- Sí...... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?
- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!
- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...
- Fascinante, desde luego...
- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...
- Qué paz...
- Aquí teneis reloj, allí tenemos tiempo.

FUENTE:
Filosofia de la vida cotidiana
http://filosofiadelavidacotidiana.blogspot.com/2009/08/entrevista-un-tuareg-filosofia-sobre-el.html

domingo, 8 de mayo de 2016

Memorias de la señorita Olga Cossetini

En el año 1935, Olga Cossettini asumió la dirección de la Escuela “Dr. Gabriel Carrasco” del barrio de Alberdi, de Rosario (Argentina).
Junto a su hermana, Leticia y un grupo de maestros dieron sentido a la “escuela serena”,  que perduró hasta el año 1950.
Olga recibe una Beca Guggeheim en 1941, a su regreso la escuela se viste de fiesta

Con motivo del 25 aniversario del fallecimiento de esta brillante educadora les brindamos un escrito tomado del Archivo Pedagógico Cossetini (http://www.irice-conicet.gov.ar/cossettini/) , el cual nos parece una verdadera joya de la educación.
Lo transcribimos en su totalidad para que se pueda apreciar en su total dimensión lo que representó la “Escuela experimental de Alberdi”.
Estas son memorias de Olga Cossetini  o la “señorita Olga” como la conocían en la escuela “Carrasco” del barrio Alberdi del norte de la ciudad de Rosario.
Hacemos la siguiente aclaración. El barrio Alberdi en los tiempos de la escuela de la señorita Olga era el pueblo Alberdi y estaba separado de la ciudad de Rosario por el Arroyo Ludueña.

Queridos amigos:
Mi relato no es más que el emocionado recuerdo de los casi cuarenta años que vivo aquí, en este Alberdi que tanto quiero, por lo mucho que me dio en salud, en alegrías, en trabajo gustoso, en amigos y en recompensas.
Sigo feliz entre sus gentes, su paisaje, su río y la paz que aún se respira.
Lo que voy a leerles son memorias, recuerdos de gentes sencillas y de ilustres personalidades que pasaron por la escuela, una escuela que vivió sin ostentación, pero con hondura, hechos, acontecimientos y la presencia de amigos que nos visitaron en el transcurso de los catorce años que duró la experiencia.
Sus actores fueron los niños y los conductores los maestros.
Es una crónica, una reseña de memorias, lejos de ser una conferencia.
PERSONALIDADES QUE VISITARON LA ESCUELA “DR. GABRIEL CARRASCO” DESDE 1937 A 1949.
A mediados del año 1935 llegué a Alberdi para hacerme cargo de la dirección de la Escuela “Dr. Gabriel Carrasco” cuyo puesto estaba vacante.
Me cautivó el barrio con sus gentes, su río, sus quintas, las arboledas llenas de pájaros, las calles de tierra sombreadas por paraísos perfumados en primavera, y las zanjas orladas de verbenas rojas y lilas que llegaban florecidas hasta el umbral mismo de las puertas.
Los vecinos eran sencillos, cordiales y los niños el marco adecuado de aquel paisaje, andariegos, alegres, en bandadas bulliciosas, recogían semillas para sus juegos, imitaban el silbo de los pájaros, jugaban en los huecos del barranco o con cañita al hombro iban a pescar mojarras en el río cercano.
Estaban identificados con el paisaje; eran juguetones y sencillos al mismo tiempo. Y les gustó la escuela porque no los privó de sus ideas y venidas familiares, ni de su curiosidad primaria en el descubrimiento de insectos, flores, plantas, ni de su placer de deambular por las calles.
La escuela les organizó sus juegos, orientó su curiosidad, aguzó su interés y los condujo al estudio y al trabajo ordenado y metódico. Así, poco a poco surgieron los observadores, los dibujantes, de una planta, de una flor, de un insecto, los imitadores del canto de los pájaros que motivó la creación del coro de pájaros que tanta emoción causaba en los visitantes.

Letizia y el coro de niños pájaros
Los maestros se adaptaron al cambio; la atención, la observación, la independencia dentro del orden, fue creando un ambiente nuevo, cuyo origen estaba en el interés y en la libertad condicionados. Este contacto directo con los seres y las cosas, esta actividad bien dirigida dio a la escuela, podríamos decir, un ritmo nuevo que permitió a los maestros y a los niños descubrir que el monótono repetir de una lección, de un concepto, de una clase, se transformaba en trabajo gustoso, útil, placentero, ordenado, creador.
Como en toda sociedad los individuos se caracterizan por sus condiciones de inteligencia, por sus aptitudes para el trabajo ordenado, consecuente, de interés, la escuela no difiere y procura crear en el niño esas aptitudes y así no pasó mucho tiempo para que se modificara el método por la influencia de maestros y de alumnos. Las excursiones frecuentes, las salidas diarias de los más pequeños, asiduas en los mayores, para observar un fenómeno natural, una planta o un animal en su ambiente, mirar el trabajo del herrero, del albañil, del jardinero, visitar a un antiguo habitante del barrio, eran actividades que no podían cumplirse en el aula sin el contacto y la observación directa.
La libertad para ver, observar, decir, dio sus frutos e hizo del niño un observador atento, un camarada cordial y un creador de su propio trabajo que se realizaba con un ritmo nuevo que él sintió y expresó en el lenguaje oral y escrito, con el dibujo de forma y color antes desconocido y que sorprendió a los mismos maestros y atrajo con curiosidad, primero y con emoción después a los numerosos visitantes que empezaron a llegar a la escuela. Era el trabajo gustoso, como lo calificara el poeta Juan Ramón Jimenez en una conferencia dada en la ciudad, después de su visita a la escuela.
Pero sigamos en orden: El primer hombre de Rosario que descubrió la escuela, fue el arquitecto Hilarión Hernandez Larguía, entonces Director del Museo de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”. Fue nuestro gran amigo y colaborador ya que muchas de las personalidades que nos visitaron se debieron a él, así como la actuación del teatro de la escuela y la exposición de dibujos y acuarelas que se presentaron en la sala del Museo. También debemos a este gran amigo, que fuera acordada una beca a Ramón Peralta, para la escuela de cerámica de Bs. AS. Y a su influencia directa, la publicación de nuestro libro “EL NIÑO Y SU EXPRESIÖN” editado por el Ministerio de Educación de la Provincia del entonces Ministro Prof. Juan Mantovani, libro que se distribuyó gratuitamente en el país y en América. Su padrinazgo fue valioso y así lo reconocieron los maestros, los padres y los alumnos.
El alumnado estaba constituido por hijos de empleados, obreros, de pequeños comerciantes y de los pescadores que vivían en los ranchos de la costa y del barranco.
Vino en nuestra ayuda para la creación del comedor escolar, el Rotary Club de Rosario que presidía entonces el Dr. Carlos Wescamp. Fue una muy importante colaboración y que pudo sostenerse gracias al muy valioso apoyo de la Cooperadora y del Centro de Madres de la escuela. Durante varios años almorzaron diariamente unos treinta niños.
La vida de la escuela estaba llena de anécdotas: recuerdo que una vez vino una madre para decirnos que como no sabía leer ni escribir no podía firmar las notas del cuaderno de su hijo. Me ofrecí para enseñarle y así fue que aquella madre vino a mi casa todas las tardes y aprendió con rapidez. Entre un ejercicio y otro conversábamos y así pude conocer el mundo lleno de estrecheces en que vivía con su familia, sus trabajos diarios y que semanalmente debía amasar el pan para todos.
Se emocionó hasta las lágrimas cuando le escribí la frase MARÍA AMASA PAN que aprendió de inmediato.
Poco días después mi alumna llegó a mi casa con un pan blanco y redondo por ella amasado. Y los padres de José, de Ramón, de Florentino y de tantos otros que vivían en los ranchitos de la costa y el barranco y que nos saludaban cariñosos levantando en alto los brazos o corriendo a nuestro encuentro, alegres, francos, fraternos; y el recuerdo de aquel otro muchacho que buscaba refugio y calor un día entró, corrido a la escuela y se quedó tres años sin entrar a un aula, leyendo en la biblioteca o ayudando en pequeños quehaceres del patio, asistiendo a conciertos y fiestas, hoy obrero trabajador que pasa del brazo de su mujer y nos saluda con afecto, y de tantos otros, vivos en el recuerdo.
Con estas notas quiero decir que la escuela albergaba un elemento humano inmejorable para lo que nos proponíamos hacer. De esta armoniosa comunidad de escuela, familia y barrio nació nuestra escuela, recibiendo y dando al mismo tiempo. De esa comunidad surgieron el dibujo, la acuarela, la composición y el poema, el saber aprendido y el saber transmitido como ocurría en las Misiones Culturales que a fin de año hacíamos en distintos rincones del barrio y en la plaza.

Misiones infantiles de divulgación cultural

Como no he anotado ni fechas ni nombres, confío en la memoria, y en las cartas y recortes de los diarios sobre las personalidades y amigos que nos visitaron entre los años 1937-1950.
Recuerdo al pintor Horacio Butler entonces Director de la Escuela de Bellas Artes de Bs. Aires, y que entusiasmado por lo que había visto, le mandó a Leticia un bello telón para una de las estampas de “Platero y yo” que ella representaba con los niños en el teatro de títeres.
Maestros de diferentes ciudades llegaron ansiosos, atentos, observadores, incrédulos al principio, entusiasmados después, que salían con los niños a recorrer el barrio para verlos actuar y comprobar las bondades del método.
“Vine enfermo y me voy sano” nos dijo el Profesor Juan Mantovani Ministro de Educación de la Provincia, una mañana que llegó a la escuela con su mujer, la escritora Fryda Schultz de Mantovani, quien dedicó poco tiempo después la poesía “EL RÍO Y EL SOL”, QUE DICE ASÍ:
Para Olga Cossettini.
Para los niños de la Escuela “GABRIEL CARRASCO” de Rosario.
El sol, en silla de nubes,
en el río se contempla,
las mejillas rubicundas
y candente cabellera.
El espejo se le borra
Porque el río con él juega,
y le hurta los cristales
y en la costa se los quiebra.
Canta el río con voz clara,
pero el sol no le contesta
y en la silla de sus nubes
ya se esconde y no se muestra.
Canta el agua azul y verde
y en el canto la voz tiembla…
Pero el sol, que no se enfada,
viene ya con la respuesta.
Y otra vez el río corre
y otra vez el sol lo besa.
¡Alegría de las olas
que alcanzaron con sus crestas
a tocar en el poniente
las doradas, finas hebras!
En la cuna de las aguas
el sol tibio se recuesta;
va a marcharse. El río manso
lo despide hasta la vuelta.
Un ¡adiós! Agita el aire,
y vestido de violeta
gime el río solitario
porque el sol se va y lo deja.
Despedida de la tarde:
poco adiós y mucha pena.
Hay un río en el silencio
y una sombra que lo acecha.

Fryda Schultz de Mantovani
Santa Fe, marzo de 1939

Una mañana llegó a la escuela Javier Villafañe, el titiritero que ya entonces era la alegría de miles de niños y de adultos del país.
Qué sorpresa, qué alboroto y qué asombro ante la magia de Javier poniendo en boca de sus muñecos las más divertidas y asombrosas aventuras por él creadas; enseñó a maestras y niños la manera de preparar los muñecos y el arte de animarlos. Aún hoy Javier Villafañe viaja por América divirtiendo y enseñando el arte titiritero.
El Profesor Jorge Romero Brest, Crítico de Arte y autor de varios tratados sobre pintura visitó varias veces a la escuela; le gustaba mirar a los niños cuando dibujaban y coloreaban sus trabajos y a él debemos la publicación de una página del rotograbado de “La prensa” de numerosos dibujos.
Pero una mañana Romero Brest llegó en el momento en que los niños salían al patio con sus sillas y se ubicaban al pie del altoparlante para escuchar uno de los habituales conciertos fonoeléctricos. Los alumnos conocían la música nativa, el canto y la danza, del folklore que en las clases cantaban. Pero yo había traído de los Estados Unidos una colección de discos para la educación musical de los niños que Radio Victor había grabado con el asesoramiento del maestro Arturo Toscanini, la colección se proponía la educación musical a través de una serie de grabaciones sabiamente elaborados. Un libro acompañaba a la colección y enseñaba.
Esa mañana los niños iban a escuchar una cara del disco (tamaño mediano) que tenía grabadas tres canciones de cuna: una de Bach en flauta, la otra de Mozart en violín, la tercera de Brahms en flauta y violín.
La atención era perfecta; escuchaban y pedían volver a escuchar; repetida la canción la tarareaban hasta el final y sabían distinguir los instrumentos.
Romero Brest estaba sorprendido y creo que también emocionado.
Con Hilarión Hernandez Larguía vino una mañana el escritor Ernesto Sábato; era víspera de elecciones del Centro estudiantil Cooperativo y las paredes y arcos del patio estaban cubiertos de carteles, algunos primorosamente pintados. Sábato nos recordó siempre, aún ahora que han pasado tantos años.

Centro estudiantil cooperativo
Pero un día llegó a Rosario el Cuarteto de Laúdes de los Hermanos Aguilar, famosos en Europa y en los Estados Unidos.
No recuerdo porqué circunstancias llegaron a Alberdi y desde luego a la escuela. Paco, su genial director vino todos los días e hizo amistad con niños y maestros; había encontrado en la escuela y en el barrio un remanso a su trajinada vida y en nosotros el fraterno afecto que necesitaba. Lo veíamos entrar fatigado, casi vencido, pero poco a poco de estar se animaba con el contacto de los niños a quienes dedicó la música de una “Muñeira”, de la que era autor. Y era tal su simpatía que invitó a los alumnos a un concierto en el teatro Odeón de Rosario.
Nos escribió cartas desde distintas ciudades, pero era evidente que su salud decaía. La última que recibimos dice así: “A Olga Cossettini en Alberdi, para envidia de los demás pueblos argentinos. Amiga querida: Por no aceptar mi cuerpo la dictadura de mi espíritu, tiéneme usted reponiendo en quince días fuerzas gastadas en dos años. Es el tiempo que pasó sin que el balanceo del mar engrasara el eje de mi dínamo. Recibí su carta cuando Santa Daliba me sacaba de mi casa de Buenos Aires para dejarme con mi hermana Lala en una chacra de Quilmes. Los médicos me han prohibido pensar en algo. Pero no puedo. Está usted, vive Alberdi, aspiran a vivir sus niños y guardo su carta dirigida al Cuarteto. Y su cuarta parte que de éste soy no puede dejar un día más en el aire sin que un papel recoja el abrazo espiritual que rodea a usted desde que la conoció en Buenos Aires-
PACO AGHUILAR- San Carlos 15 Septiembre 1937.
Poco tiempo después PACO AGUILAR, famoso Laudista y muy querido amigo moría en Córdoba adonde había ido en busca de salud.
El Profesor Dr. Francisco Romero, investigador en el campo de la filosofía, visito varias veces la escuela y escribió más tarde el prólogo a nuestro libro “LA ESCUELA VIVA”.
Prestigiosos maestros nos visitaron como Luz Vieira Mendez de brillante trayectoria en el campo de la educación de nuestro país y de América. Miembro consultivo de la UNESCO, lamentablemente fallecida cuando mucho podía dar a los maestros americanos.
El Dr. Profesor Beppo Levi, amigo de Einstein y Profesor de la Facultad de Ingeniería de Rosario, nos dio consejos sobre la enseñanza de la Aritmética en los primeros grados.
La Dra. Delia Etcheverry, Profesora de la Facultad de La Plata nos visitó varias veces con grupos de alumnos de su ciudad y de la Capital Federal y difundió en revistas sus impresiones y puntos de vista sobre la escuela.
Jesualdo, el maestro uruguayo, uno de los precursores en la expresión creadora del niño en la composición y el dibujo, autor de varios libros sobre el tema.
El médico y psiquiatra español Emilio Mira y López vino varias veces y nos interesó sobre la aplicación de un test mioquinético del que era autor. Sus libros tuvieron gran difusión entre los maestros estudiosos del país.
El Dr. Osorio y Gallardo que fuera Presidente de las Cortes de España durante la República.
El Dr. Bernardo Canal Feijoo que difundió nuestras experiencias en revistas importantes argentinas
Susana Larguía mandó valioso material para el laboratorio.
Marta Samatán, amiga, maestra y escritora nos visitaba con frecuencia y difundió en artículos y en conferencias aspectos poco conocidos de nuestro diario quehacer. Marta era amiga de Gabriela Mistral que conoció en Vicuña (Chile), de donde era originaria también su madre, ambas, amigas de infancia.
Cuando Gabriela Mistral vino a Rosario a dar conferencias invitada por la Escuela Normal Juan María Gutierrez, cuya directora era la siempre recordada Lola Dabat, Marta Samatán vino a Rosario y trajo a Gabriela a la Escuela. Era fácil observar su rostro tan expresivo, levantar su mano para acariciar a un niño, sentirse feliz, emocionada, gozosa al terminar la mañana, cuando se fue, me tomó de las manos y me dijo: “Que Dios la bendiga, yo siempre soñé que mi escuela fuera como la suya pero Ud. Ha sido más valiente que yo, porque yo la he traicionado alejándome de la mía. Que Dios me la guarde a UD. bien para que siga haciendo por los niños obra tan bella”.
Muchas cartas me escribió Gabriela desde diferentes países de América, cartas llenas de ternura y recordación y la promesa de terminar un libro para los niños que tenía empezado.
A la mañana siguiente de su visita a la escuela un grupo de admiradores y de amigos la invitó a hacer un paseo en lancha y a recorrer el río, el puerto, las islas. La conmovió profundamente la presencia de los silos, el pan de América, y esa presencia le inspiró el Mensaje a los NIÑOS DEL LITORAL y que dedicó a Dolores Dabat y a mí. El mensaje dice así:
MENSAJE DE GABRIELA MISTRAL A LOS NIÑOS DEL LITORAL
Dedicado a DOLORES DABAT Y OLGA COSSETTINI
Maestros Ejemplares del Paraná
Niños del Paraná, niños del trébol de ciudades que acabo de ver y que voy a dejar; yo agradezco esta ocasión que me dan de hablar con vosotros.
Ayer yo navegué vuestro río, bajé mi mano a vuestra agua fluvial y el río bueno tomó mi cuerpo y me llevó consigo…
Ayer yo vi los elevadores rosarinos de grano, los medí, los gocé y los bendije pasando. Las mujeres amamos las cosechas de Canaán, porque nosotras somos las proveedoras de las mesas y a nosotras nos toca distribuir el pan.
Los graneros parecían, a la luz de la mañana, torres de Cibeles o el talle mismo de Ceres, galaneando en la luz argentina; los graneros parecían también los mástiles de la abundancia, los palos mayores de la grande patria agraria.
Yo nunca olvidaré, niños argentinos, esos graneros rosarinos, empinados como aleluyas del trigo; siempre llevaré en mis ojos su signo blanco, su raya vertical, su dedo afirmador de la abundancia feliz.
Lindo destino os regaló la Providencia, niños del Paraná. Podría decirse del sustento del hombre que lo primero es el pan y lo último es también el pan.
Vuestra llanura es una horizontalidad perfecta, por voluntad de pan; vuestra lluvia también cae copiosa por voluntad de pan y vuestro aire vuela sin vidrios de hielo, igualmente por amparo del pan.
La Argentina plantó y crió lo que era menester, se aplicó como quien dice a las raíces del ser, oyó lo que pide la boca del niño y dio las espigas y lo que reclama la del trabajador y desató en la mapa su ganadería homérica.
Vosotros oís un repertorio de música que hacen las mágicas espigas del Paraná. El trigal recién nacido ondula blando, el trigal maduro suena virilmente áspero, y el chorro de oro que sube y baja de los graneros mecánicos, ése canta a repechadas de música.
Vuestros oídos están llenos en la infancia de esta música cereal, de este golpe de trigo en ciernes y del trigo maduro. Si a mí me tocase escoger las hablas que caen a mis oídos, escogería, tal vez, la de los trigos de la Argentina, la de los hueros chilenos y la del maizal de México. Porque soy mujer y esas voces sosegarían mi corazón diciéndome que hay harina y frutas bastantes para los hombres de la tierra, que no falta y que alcanza a todas las manos.
¡Alabad vuestro cereal santo, aunque lo tengáis resabido y sea vuestra costumbre eternal!. La alabanza es el regusto de la gratitud que se vuelve devolución. Haced himnos con el trigo, dibujos incontables con la espiga y la gavilla y haced danza con las parvas!.
¡Ande siempre el trigo en lustra probidad racial, ¿vuele el trigo en vuestro donaire criollo; los americanos palpemos en vosotros siempre una nobleza de trigo; y seáis vosotros, niños argentinos, lo que esta vieja maestra quiere, cuando mira a cada niño de su raza: grano maduro para resistir el mal y grano tierno para amasar la humanidad que pide todavía Cristo, la cristiandad cabal, la que parece que no hubiese nacido aún y que Cristo tal vez ya no espera sino de nosotros, gente americana, gente nacida para la nobleza y la piedad totales!.
Firmado: Gabriela Mistral. Rosario, 5 de Abril de 1938.
Una mañana, sí que fue de alegría y emoción; era feriado pero la noticia corrió por el barrio y llegaron los niños y el patio se llenó de expectante curiosidad y alegría. Se había anunciado la visita del poeta español, autor de “Platero y yo”, Juan Ramón Jiménez; cartas y telegramas del poeta a Leticia le decían de su vivo interés de venir a la escuela y ver a su Platero, representado en títeres.
Nada mejor que recurrir a la revista que publicaba periódicamente la escuela y leer lo que Marina, de diez años, escribió al respecto de la visita del recordado poeta: JUAN RAMÓN JIMENEZ EVOCA SU ESTADA EN ESTA CIUDAD, Sept 1946.
Juan Ramón Jiménez, el eminente poeta hispánico, que no hace mucho, regaló a la sensibilidad rosarina con una extraordinaria conferencia, ha escrito a uno de nuestros redactores una carta destinada a evocar aquella su breve estada entre nosotros.
Inicialmente refiérese en ella al encantador espectáculo –expresa- que nos dedicó la escuela que dirige Olga Cossettini. Y añade: “También dijo unas palabras sobre tan conmovedora fiesta la misma de aquella mañana de gozo, en mi lectura del teatro El Círculo. Pero quiero hacer más público y más permanente mi testimonio de aquel bellísimo ejemplo de trabajo gustoso”.
Enseguida recuerda el concierto de pájaros niños, dirigidos por Letizia Cossettini, “en el que la riqueza de los sonidos componían una música como de un Debussy, un Ravel, un Prokoneff, un Alban Berg que hubieran andado por allí entre nubes sonrientes”, y continúa: “Vino después el teatro de títeres manejados por las muchachas y muchachos Nelly Pinelle, Gladis Vazquez, Irma Noceti, Ana María Puso, Ernesto Gotero y Angel Rodríguez, los mismos que, hace siete años, lo estrenaron siendo niños y quienes me lo contaron y dibujaron todo en un manojo de recuerdo inolvidables, que yo recibí en La Florida, en los Estados Unidos Norteamenricanos. Habló la boca de unos lindos títeres, voz aguda y fina que todos conocíamos en sus matices particulares. Entonces siguieron tres estampas mágicas de mi “PLATERO”, escenificaciones extraordinarias de un juego, una nochebuena y un carnaval. Qué maravillante armonía de color, sonido y ritmo, sobre qué fondos de primorosa estilización de colores y luces”.
Luego de otros conceptos de encomio acerca del mismo particular, el poeta anuncia que volverá a esta ciudad año tras año, mientras viva a gozar de tan preciosa realización y finalmente agrega: “Me voy de Rosario, fascinado. Y quiero que esa fascinación quede constante en las páginas de ese diario, tan bien hecho, de Rosario, donde usted, amigo mío, ha publicado un ensayo sobre mí, de los mejores que se han escrito sobre esta ruina de huesos, en la Argentina”.
Por otra parte, y ya que de él se habla, cabe informar que Juan Ramón Jimenez estuvo nuevamente ayer en esta ciudad, de paso para Buenos Aires luego de las conferencias que pronunció en Santa Fe y Córdoba.
Aprovechando la oportunidad de su corto regreso, el poeta entregó al doctor José. M. M. Fernández un donativo con destino al pabellón de mujeres del servicio de leprología del Hospital Centenario.
Creo que fue en el mismo año, 1948 que vino a Rosario la celebrada actriz española Margarita Xirgu, gran intérprete de Federico García Lorca. Una tarde Margarita vino a la escuela y qué mezcla de sorpresa, de emoción y de alegría nos produjo su presencia. El patio se llenó de niños, de maestros, de vecinos pues la noticia corrió veloz por el barrio. Margarita Xirgu que noche a noche con teatro colmado la aplaudía con entusiasmo y emoción el público de Rosario, estaba con nosotros, en nuestra escuela que les ofreció una fiesta. Al día siguiente el diario “LA CAPITAL” publicó lo siguiente: SE REALIZÓ UNA FIESTA EN LA ESCUELA EXPERIMENTAL. En la “Escuela Experimental de Alberdi”, que dirige la señorita Olga Cossettini, se efectúo ayer a la tarde una simpática fiesta en la que los más aventajados alumnos del establecimiento demostraron sus admirables condiciones de estudiantes prolijos e inteligentes. La fiesta tenía ayer una importancia inusitada, pues concurrieron a la misma la actriz Margarita Xirgu, algunos destacados elementos de su compañía, dirigentes de los organismos de cultura de esta ciudad e invitados especiales. Los alumnos representaron “La Manca”, de Gabriela Mistral; “El Caballero de la Mano de Fuego”, de Javier Villafañe, y “La Hilandera de los cabellos de oro”, de Mario, uno de los más inteligentes estudiantes de la Escuela. Pero lo que realmente causó extraordinaria impresión en el público, fue la orquesta de Pájaros, a cargo de varios alumnos que imitaron el canto de numerosos pájaros, bajo la inteligente dirección de Leticia Cossettini. Luego el director de orquesta de la compañía de M. Xirgú, señor Jerdá y su señora, interpretaron varias canciones españolas, con innegable buen gusto, mereciendo los más cálidos aplausos de la concurrencia.
Margarita Xirgú, por su parte, recitó los poemas con su reconocido dominio del arte de la declamación.
Acallados los aplausos de la numerosa concurrencia se dio por terminada la interesante fiesta de arte, llevándose los concurrentes una admirable impresión y un imborrable recuerdo.
Pero no puedo dejar de recordar a los muchos educadores que viajaban horas, en los últimos días del año para asistir a las “MISIONES CULTURALES” que hacíamos en los distintos lugares del barrio, en contacto con vecinos que no conocíamos, pero con los cuales los niños creaban una corriente de simpatía y de cordialidad.
En esas misiones se transportaban mesas de trabajos, microscopio, tubos de ensayo, ilustraciones sobre alimentos, insectos dañinos, y muestras de jabón, linimentos y betún, flit caseros, enseñando su fabricación; las niñas enseñaban a hacer juguetes de trapo con moldes preparados y después cantaban en coro o danzaban.
Expresiones de afecto hacía exclamar a las gentes: vuelvan otra vez, los esperamos, no se olviden de nosotros.
Y los maestros visitantes conmovidos nos preguntaban: Cómo logran este resultado, cómo pueden llegar a esto, pero las respuestas podían darla las maestras y las directoras del laboratorio de Ciencias Naturales que tan admirable obra hicieron sucesivamente SOFIA DE ALCACER Y ETELVINA ETCHEVERRIA.
Todo cuanto he dicho hasta aquí se relaciona con la escuela y sus ilustres visitantes, pero ya fuera de la escuela siguieron sus visitas al barrio otros personajes notables, en el año 1956.
Con AURELIA MORELLO, vecina de Alberdi y muy querida profesora, con Leticia, integrábamos la C.D. de la Filial del Colegio Libre de Estudios Superiores de Bs. As, cuyas cabezas directivas estaban en Rosario, Hilarión Hernadez Larguía, Ortiz de Guinea, José Bruera, Cortes Pla, Vila Ortiz. Esa Filial daba sus conferencias y cursos en el salón del Centro de Escribanos, gentilmente cedido. Destacadas personalidades ocuparon la cátedra, ya por conferencia o curso:
Dr. Roberto Giusti, Jorge Luis Borges, José Luis Romero, el historiador de la ciencia, Ing. José Babini, la escritora Victoria Ocampo, Prof. Vicente Fatone, el Dr. Ernesto Epstein, el poeta español Rafael Alberti, el poeta cubano Nicolás Guillén y tantos otros.
Nuestro Alberdi era el remanso y aquí venían atraídos por la presencia del árbol, la incomparable belleza del río y de sus islas, la visión de la ciudad recostada en la costa y el aire fresco y diáfano, y las gentes sin prisa presto el saludo fraterno, la cordialidad y el afecto.
Venir a Alberdi significaba para aquellos distinguidos visitantes, el descanso o un alto en la tarea y les costaba el regreso cuando el paisaje y la quietud se apoderaba de ellos.
Y, ahora, nada más, GRACIAS.

Olga Cossettini

FUENTE: Archivo Pedagógico Cossetini

Notas relacionadas:

sábado, 7 de mayo de 2016

Arquitecto Cesar Pelli : constructor de rascacielos

Nació el 12 de octubre de 1926 en la provincia de Tucumán (Argentina). Estudió arquitectura en la Universidad Nacional de Tucumán y se graduó en 1950. Posteriormente comenzó a trabajar en la Argentina, hasta que en 1952 se trasladó a los Estados Unidos, donde fue becado y continuó sus estudios en la Universidad de Illinois, consiguiendo en 1954 su Master of Science Degree in Architecture.

Torre Iberdrola en Bilbao
Fue socio de Eero Saarinen donde hizo el Edificio de la Terminal de la TWA en el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de New York. En 1964 ingresa como Director de Diseño en el Estudio Daniel, Manbn, Johnson & Mendelhall (DMJM) en Los Angeles y posteriormente de Gruen Associates. En 1977 fundó su propio estudio, Cesar Pelli and Associates en New Haven, Connecticut, con Diana Balmori y Fred Clarke.
Ha sido decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Yale. Fue distinguido con la medalla de oro del American Architect Institute (Instituto Estadounidense de Arquitectos).
Torres Petronas en Kuala Lumpur

Su obra más famosa la constituyen las Torres Gemelas Petronas, en Kuala Lumpur, que hasta mediados de 2003 fueron los edificios más altos del mundo. Se destaca en su labor la elegancia y sobriedad de las líneas, y la forma como combina el cristal y la piedra o el metal en sus edificios.

Torre Costanera en Chile

Es el líder del proyecto del edificio más grande de Sudamérica, que se construye en Chile. En Buenos Aires creó el Banco República, la Torre Bank Boston y Torre YPF.
Asimismo, fue autor de varios artículos sobre temas diversos de arquitectura. Es miembro, entre otras instituciones, del American Institute of Architects, la American Academy of Arts and Letters y el Urban Land Institute.
Premio Konex 1992: Arquitectura: Quinquenio 1982 - 1986
Premio Konex 1982: Arquitectura

jueves, 5 de mayo de 2016

Salvados por una sonrisa

Para tantas personas un hombre que les ofrece una sonrisa es una auténtica tabla de salvación

En esos terribles momentos en los que personas perdidas estaban de pie en lo alto del abismo, pensando en lanzarse, una suave voz rompía el sonido del viento y el rugido de las olas: «¿Por qué no vienes y tomamos una taza de té?». Y al volverse, una sonrisa fue muchas veces su salvación.

Durante más de cincuenta años, un ángel protector se ha dedicado a vigilar un peñón en la entrada al puerto de Sidney, una plataforma rocosa considerada como uno de los más notorios lugares de suicidios en Australia (“The Gap”).


Don Ritchie

Don Ritchie, ahora con ochenta y tres años, se levanta todas las mañanas y lo primero que hace es echar un vistazo con sus prismáticos. Cuando ve a alguien de pie, demasiado cerca del borde, se apresura para llegar a su lado y le ofrece su ayuda: una sonrisa.

Según cuentas oficiales ha salvado a más de ciento sesenta personas que acudieron al lugar para suicidarse. Pero él no lleva cuenta personal: está siempre allí dispuesto a acercarse a todas esas personas desesperadas y ofrecerles una oportunidad. Y lo hace del mejor modo que puede: «Les sonrío».

No intenta asesorar, o dar consejo ni quiere entrometerse… Solamente les ofrece una cálida sonrisa y les invita a una taza de té en su casa. Y muchas veces le acompañan…

Ciertamente una sonrisa no salva a cualquiera - le ha tocado presenciar de cerca muchos suicidios -, pero Ritchie es un ejemplo claro de que no se puede minusvalorar su eficacia: una sonrisa puede hacer milagros.

Vivimos en una sociedad en la que a muchas personas les falta un sentido para vivir, en la que muchas veces experimentan la falta de cariño o no sienten que alguien les transmita ese amor que todo hombre necesita para vivir. Para tantas personas en esta situación, un hombre que se interesa por ellas, que quiere ayudarlas, que les ofrece una sonrisa… es una auténtica tabla de salvación.

Una sonrisa alivia el cansancio, renueva las fuerzas y es consuelo en la tristeza. Una sonrisa tiene valor desde el comienzo en que se da.

Estamos en tiempos de inventar o restaurar de nuevo las conferencias en silencio. Las conferencias en silencio son las buenas obras, y Ritchie nos da su conferencia silenciosa cada día. Si crees que a ti la sonrisa no te importa nada, sé generoso y da la tuya, porque nadie tiene tanta necesidad de la sonrisa como quien no sabe sonreír.


Autor: Ignacio María Rubio, L.C.
Fuente: www.buenas-noticias.org
CATHOLIC NET
http://es.catholic.net/buenasnoticias/articulo.php?id=47474

viernes, 15 de abril de 2016

San Damián de Molokai : El Apóstol de los leprosos

“Ningún sacrificio es demasiado grande si se hace por Cristo”


Padre Damián
El mundo de la Política y de la Prensa puede ofrecer pocos héroes comparables al Padre Damián de Molokai. Valdría la pena buscar la fuente de la inspiración de semejante heroísmo. Así es como resumió Ghandi las preguntas que suscita la vida del apóstol de los leprosos. La respuesta es bien sencilla: el amor a Dios y a los hombres, por encima de la propia vida, fue la inspiración de san Damián de Veuster.
El 3 de junio de 1995 el papa Juan Pablo II beatificó en Bruselas al leproso entre los leprosos, como el propio Damián se definió en solidaridad absoluta con su gente. De tiempo atrás ya le habían glorificado como mártir de la Caridad. Y el 11 de octubre de 2009 fue canonizado en Roma por Benedicto XVI.
El 3 de enero de 1840 nace José de Veuster en Tremeloo, un pueblo belga cercano a Lovaina. Era el séptimo de los ocho hijos de la familia campesina De VeusterWouster, flamencos de Brabante. Los años de la infancia del pequeño José fueron muy felices. En su familia recibió una educación cristiana, y los días fueron transcurriendo de forma rutinaria en el cultivo de la tierra y en la obediencia a las leyes de Dios. Durante su juventud, José vio abrazar la vida religiosa a dos de sus hermanas y a uno de sus hermanos.
La vocación
José deja la escuela a los 13 años para trabajar en el campo. Su padre quiere que se dedique al negocio familiar de granos, con intención de ampliarlo. Cuando cumple 18 años, vuelve a los estudios, esta vez fuera del entorno familiar, en Brainele Comte. Emplea su tiempo libre en solitarios paseos y escribiendo cartas a sus padres. Al mismo tiempo reflexiona sobre su posible vocación religiosa, que empezaba a despertar a través de una correspondencia frecuente con su hermano Augusto (hermano Pánfilo), novicio entonces de los Padres de los Sagrados Corazones.
Durante el verano de 1858, después de muchas horas de oración y meditación, toma la firme decisión de dedicar su vida a Dios, en la Congregación de los Sagrados Corazones. No me detengáis, porque impedir a un hijo seguir la voluntad de Dios al elegir estado, sería una ingratitud que atraería sobre vosotros un penoso castigo, escribía José de Veuster a sus padres el día de Navidad del mismo año. Ellos, buenos cristianos, accedieron a sus deseos, viendo en la vocación de su hijo una caricia de Dios. Y el 2 de febrero de 1859 José de Veuster se convirtió en el Hermano Damián, al comenzar el noviciado en la Congregación de los Sagrados Corazones.
La Congregación de los Sagrados Corazones
Esta familia religiosa había sido fundada por Pedro Coudrin y Enriqueta Aymer en Poitiers (Francia), en 1795, en la clandestinidad impuesta por la Revolución Francesa y el régimen napoleónico hasta 1815. En sus Constituciones se lee: El anuncio del Evangelio nos urge y nos hace entrar en el dinamismo interior del Amor de Cristo por su Padre y por el mundo, especialmente por los pobres, los afligidos, los marginados y los que no conocen la Buena Noticia. Buscando el Reino procuramos transformar el corazón del hombre y ampliar las relaciones fraternas y comunitarias. En solidaridad con los pobres trabajamos por una sociedad justa y reconciliada. (…) La disponibilidad para las necesidades y urgencias de la Iglesia, discernidas a la luz del Espíritu, así como la adaptabilidad a las circunstancias y acontecimientos, son rasgos heredados de nuestros fundadores. El espíritu misionero nos hace libres y disponibles para ejercer nuestro servicio apostólico allá donde seamos enviados a llevar y  acoger la Buena Noticia.
Palabras que Damián graba a fuego en su alma. Su vida religiosa comienza con un horizonte de esperanza y con el deseo de llevar el Evangelio de Cristo a lejanas tierras. Pedía cada noche ante la imagen de san Francisco Javier que se cumplieran los deseos de ser un misionero, escribió su maestro de novicios.
En el lejano Pacífico
El mismo año  que nació, en las lejanas islas Hawai reinaba el rey canaco Kamehameha III. Su abuelo, el gran Napoleón del Pacífico, cincuenta años atrás, había unificado las islas del paradisíaco archipiélago y fundado un reino. Y en ese año de 1840 llegó a Hawai la terrible y temida lepra. Enfermedad maldita, insidiosa, lenta, que llega sin avisar. El bacilo ataca la piel y anestesia las células nerviosas en un trabajo metódico de años. Ulcera, llaga, desfigura y, sólo al final del largo proceso, causa la muerte.
Acompañando a la lepra, otras enfermedades: sífilis, cólera, sarampión y peste bubónica combinación de horror, se habían introducido en aquel paraíso del Pacífico. Los súbditos de Kamehameha fueron diezmados. Cuando la lepra más lenta, pero inexorable, se reveló en toda su crudeza, el Gobierno canaco reaccionó como hasta entonces lo habían hecho todos los gobiernos del mundo: aislando a los enfermos, arrojándoles fuera de la comunidad. En el ritual de Cambrai, de 1503, el leproso asistía a la misa de difuntos al lado de un ataúd y vestido de negro. Después se le llevaba a un lugar apartado.
En las Hawai, no había lugar para los rituales. Los enfermos, cazados en sus chozas, arrancados de sus familias, eran embarcados en almadias hacia la isla de Molokai. Allí quedaban confinados en Kalaupapa, una lengua de tierra aislada por una barrera montañosa infranqueable. Para el canaco, pueblo de fuertes vínculos familiares y muy marcado por la comunidad, el aislamiento era peor que la lepra. Kalaupapa era sinónimo de tumba.

Profesión religiosa
El estallido de la epidemia hawaiana se produjo con toda su virulencia en 1860. Y a partir del 1866 datan las primeras expulsiones masivas. En el Viejo Continente europeo, el 7 de octubre del 1860, en un pueblecito de las afueras de París, Picpus, en la Casa General de la Congregación de los Sagrados Corazones, el novicio Damián hace su profesión religiosa. Dieciséis meses duró su noviciado, comenzado en Lovaina y terminado en la Casa Central de París. Durante esta etapa de su vida fue afianzándose en la vida de piedad. Era un joven lleno de vitalidad y bondad. Dócil y obediente, era a la vez íntegro e impulsivo. Tuvo un maestro experimentado, a quien apreció y recordó toda la vida. Éste dijo de Damián: En mi larga experiencia, jamás he encontrado un carácter más amable y sociable.
Ya profeso, vuelve a Lovaina para cursar estudios de teología en la Universidad. Mientras tanto, su hermano Pánfilo prepara su viaje como misionero a las islas Hawai. La Iglesia Católica, tras dos décadas de persecuciones alentadas por los metodistas norteamericanos, ha logrado de la monarquía canaca la libertad de religión. Y son los Padres de los Sagrados Corazones los encargados de abrir brecha. Pánfilo tiene que formar parte de las primeras expediciones, pero la Providencia dispone otra cosa, y Pánfilo cae enfermo de tifus cuando estaba atendiendo a los apestados.
Misionero
El 2 de noviembre de 1863, sustituyendo a su hermano enfermo, Damián embarca en el puerto alemán de Bremen con destino a Honolulú. Está en la plenitud de su juventud, sin cumplir aún los 24 años, y sin haber sido todavía ordenado sacerdote. Pero empieza a ver realizada su ilusión de ser misionero. Antes de zarpar escribe a sus padres una carta de despedida: Pedid a Dios que tenga el coraje de cumplir en todo, en cualquier lugar y siempre, la santa voluntad de Dios: en eso consiste toda nuestra vida… En nuestras oraciones sobre todo, pensemos los unos en los otros y unámonos siempre a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. En ellos permanezco siempre. Vuestro hijo afectuoso.
Tras 139 días de navegación sin escalas, el “R. W. Wood”, en el que viajaba Damián con un grupo de religiosos de su Congregación, atracó en el puerto de Honolulú el 19 de marzo, festividad de San José, de 1864. Sería imposible para mí explicaros la inmensa alegría de los misioneros escribía Damián a sus padres inmediatamente después de desembarcar cuando se ve el nuevo país que deben regar con su sudor cada día para ganar a estas almas para Dios.
El 21 de mayo del mismo año fue ordenado sacerdote por el obispo Maigret en la catedral de Nuestra Señora de la Paz de Honolulú. Emocionado, tembloroso, con el olor aún de crisma de su consagración, escribe a sus padres: Ya soy sacerdote… Ya soy misionero… Si el Señor está conmigo, no tengo nada que temer y todo lo podré, como San Pablo en Aquél que me conforta… No tengáis la menor inquietud por mí, porque cuando se sirve a Dios, se es feliz en cualquier parte.
Molokai

Su encuentro con Molokai no será inmediato. Durante más de ocho años evangelizará en Puna y Kohala en la isla Hawai. Allí aprenderá la lengua canaca, conocerá íntimamente a su pueblo y será testigo de la continua degradación de sus condiciones de vida. También se degrada aún más, si es posible, la vida en la leprosería Kalawao, situada en la península de Kalaupapa de la isla de Molokai. Los leprosos, muertos en vida, sin fe en la que apoyarse, reciben a los recién llegados con una sentencia: En este lugar no hay ley.
Y efectivamente, así era. El aquí ya no hay ley convierte a los débiles en esclavos y a los niños en juguetes sexuales. La angustia y la desesperación eran compañeras de la enfermedad. Había que ahogarlas en el alcohol y el sexo, por lo que la inmoralidad y la depravación imperaban en aquel cementerio viviente. No fue pura poesía haber llamado a Molokai el paraíso infernal o el pueblo de los locos.

Entre los leprosos
Estando Damián en Kohala, el periódico hawaiano Nuhou hace una llamada a un noble sacerdote cristiano, predicador o hermana que quisiera ir y consolar permanentemente a esos desgraciados, refiriéndose a los muertos vivos, exiliados en Kalawao. Damián se ofrece voluntario para ir a aquel infierno en la tierra, para extender el Evangelio, para dar testimonio del amor y la ternura de Dios a los hombres, sobre todo, a los más pobres y abandonados. Y el 10 de mayo de 1873 llega a la leprosería de Kalawao, acompañado de 50 leprosos que iban a ser recluidos en la colonia,  y algunas cabezas de ganado que llevaban para su sustento.
El Padre Damián, primero se vence a sí mismo. Ánimo, José, muchacho, que aquí vas a estar toda tu vida, se alentaba a menudo desde su primer día en Molokai. Vence también la repugnancia de la enfermedad y acaricia a los enfermos; comparte su comida; fuma en las mismas pipas; construye carreteras, orfelinatos, traídas de agua, cementerios y lazaretos; evangeliza, predica y, sobre todo, por encima de todo, ama. Al poco tiempo de estar en Molokai, escribe a su hermano: Esto puede darte una idea de mi trabajo diario. Imagínate una colección de chozas con 800 leprosos. Sin médico. Todas las mañanas después de mi misa, que va seguida siempre de una instrucción, voy a visitar a los enfermos. Al entrar en cada choza, empiezo por ofrecerme a escuchar en confesión. A los que rechazan esta ayuda espiritual no se les niega la asistencia corporal, que se da a todo sin distinción. En lo que a mí se refiere, me hago leproso con los leprosos, para ganarlos a todos a Cristo Jesús.
Su secreto
El secreto de Damián es Jesús, vivir y actuar como Jesús. Es el centro y razón de su vida. Sentirse con Él y Él, confidente y consolador. Un hermoso texto de su cuaderno íntimo explica su vida generosa de entrega: El ver lo que las almas han costado a Jesucristo, debe inspirarnos el mayor celo por la salvación de todo el mundo. Debemos entregarnos a todo cuanto pueda contribuir a la salvación de las almas. Debemos darnos a todos sin excepción. Debemos darnos sin reserva. La medida de nuestro celo es la de Jesucristo.
Desde 1886 a 1873, año en que llega Damián a la leprosería de Kalawao, sobre 797 leprosos internados, habían muerto 311, un 40%. En 1880 escribe el Padre Damián: Desde que estoy aquí, he enterrado a 190 ó 200 todos los años y los que quedan son más de 700. Las estadísticas oficiales dan, para los 17 años de estancia del misionero belga, 3.137 ingresados y 2.242 defunciones. Una media de 2,5 por semana. Murieron cientos ante los ojos del misionero, envueltos en el humo de su pipa para soportar el olor. Ayer por la mañana, después de auxiliar a un leproso en su pequeña jaula, fui a casa como un borracho, no podía tenerme en pie, su aliento fétido había afectado mi cerebro, contó en 1874.
Su fortaleza en Dios
Damián se fue a vivir con los leprosos, a enterrarse con ellos. No sólo convivió con su enfermedad. Convivió también con su pobreza, llegando a ser tan pobre, que no supo que lo era. Llegó al corazón de aquellos seres sufrientes y marginados, porque los tocó, los abrazó con el saludo hawaiano tradicional, conversó con ellos en su propia lengua, vendó sus heridas, amputó cuando fue necesario sus dedos y sus pies, compartió con ellos su pipa, comió el plato de poi, rió con ellos, jugó con sus hijos enfermos, no mostró ningún signo de repulsión ante sus desfiguraciones… Damián fue aceptado por los enfermos de lepra como uno de ellos. Siembro la buena semilla escribió entre lágrimas. De la mañana a la noche estoy en medio de miserias físicas y morales que destrozan el corazón. Sin embargo, me esfuerzo por mostrarme siempre alegre, para levantar el coraje de mis pobres enfermos.
De la diaria adoración del Santísimo Sacramento sacó las fuerzas necesarias. En 1886 escribió: Por ser la Santa Eucaristía el pan del sacerdote, me siento feliz, muy contento y resignado en la situación un tanto excepcional en la que la Divina Providencia me ha colocado… Sin la presencia constante de nuestro Divino Maestro en mi pobre capilla, jamás podría haber perseverado en unir mi suerte a la de los pobres leprosos de Molokai. Él supo desde el primer momento que comenzar no es difícil, sino que la dificultad está en perseverar. Y perseveró aun reconociendo que le costó. Claramente lo dijo: Resulta repulsivo verlos, sin duda, pero tienen un alma rescatada al precio de la Sangre del Salvador. También Él, en su misericordia, consoló a los leprosos. Si yo no puedo curarlos, sí que dispongo de los medios para consolarlos. Confío en que muchos, purificados de la lepra del alma por los sacramentos, sean dignos, un día del cielo. En otra ocasión confesó: La vista de mis queridos leprosos resulta repugnante… Un día, durante la Misa solemne, estuve a punto de abandonar el altar para respirar aire puro; el recuerdo de Nuestro Señor al abrir la tumba de Lázaro me retuvo.
Un leproso más
Ocurrió en diciembre de 1884. Damián sabía desde el verano que estaba leproso y ya la noticia había corrido como la pólvora por todo el archipiélago. Pero en vísperas de la Navidad, todavía su cuerpo no mostraba las infames señales. Viajó desde Molokai a Honolulú, en una de sus escapadas de la leprosería. El viaje le había fatigado y, en el convento, alguien se preocupó de que le prepararan un baño caliente para sus cansados pies. Damián metió el pie izquierdo en el balde de agua hirviente y no sintió dolor alguno. Al partir de aquel momento pudo decir: nosotros los leprosos. Esta frase atravesó como un dardo de amor al corazón del pueblo más miserable de la tierra. A la terrible sentencia En este lugar no hay ley, Damián opone su Nosotros los leprosos que le acompañará hasta la muerte. En una carta al padre Fouesnel escribió en octubre de 1885: Estoy leproso. ¡Bendito sea el Buen Dios!
Cuando el Gobierno propuso pasarle un sueldo, él se rebeló: Aunque me ofrecieran todos los tesoros de la tierra, no permanecería ni cinco minutos en esta isla de Molokai. Lo que me sujeta aquí es tan sólo Dios y la salvación de las almas.
Muerte
Después de cuatro terribles años de sufrimiento, con el cuerpo totalmente llagado, el 15 de abril de 1889 moría el Padre Damián en Molokai como un leproso más. Antes de morir pronunció estas palabras: ¡Qué dulce es morir hijo de los Sagrados Corazones! Por la herida del costado abierto, Jesús había mostrado la causa verdadera de su muerte: su Corazón. Fue también el amor, más que la lepra, quien llevó a Damián temprano a la muerte.
FUENTE:
http://anecdotasycatequesis.wordpress.com/2010/04/15/el-santo-leproso-san-damian-de-molokai/
https://sites.google.com/site/signosdedios/san-damian-el-apostol-de-los-leprosos